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- “Hagamos de las personas seguidores de Cristo”
nac.today: Apóstol Mayor Schneider, una y otra vez se escuchan voces que le reclaman a la Iglesia Nueva Apostólica un posicionamiento y un enfoque estratégico claros. Usted ha mencionado repetidamente algunos puntos en muchos de sus Servicios Divinos. ¿Puede decirnos aquí una vez más en algunas pocas frases básicas cómo quiere que se entienda la misión de los Apóstoles y también la de la Iglesia?
Apóstol Mayor Schneider: Sí, con mucho gusto. Es claro para mí que Jesucristo gobierna en su Iglesia. Dio a sus Apóstoles el encargo de predicar el Evangelio en todo el mundo, hacer que los hombres sean discípulos de Cristo y dispensarles los Sacramentos. Deben preparar a la comunidad nupcial para el retorno del Señor.
Por lo tanto, veo una tarea importante del Apóstol Mayor y los Apóstoles en definir directrices estratégicas y campos de acción para que el apostolado pueda cumplir esta misión conforme a la voluntad del Señor.
Esto todavía suena muy general. ¿Qué pautas estratégicas son? ¿Cómo y hacia dónde debe desarrollarse la Iglesia Nueva Apostólica en los próximos años?
Distinguimos nuestras acciones según varios objetivos. Nuestro objetivo final es predicar el Evangelio de Jesucristo fielmente y a conciencia en todo el mundo. Esto significa para nosotros como Apóstoles:
- Queremos asegurarnos de que Jesucristo, no la institución ni una persona, ocupe el primer lugar.
- Queremos definir la doctrina nuevoapostólica basada en la Biblia. Este es el propósito de nuestro Catecismo. Describe de manera clara y estructurada la doctrina de la Iglesia Nueva Apostólica válida en el mundo entero.
- Queremos asegurarnos de que la prédica coincida con el mensaje bíblico y la doctrina.
- Queremos dar prioridad a lo que es determinante para la salvación de los creyentes. Por más respetables que fueren las tradiciones de la Iglesia, nunca serán tan importantes como el mensaje del Evangelio en sí. Entonces es esencial establecer una distinción clara entre el mensaje del Evangelio y las reglas de la Iglesia o las tradiciones locales.
- Por último, pero no menos importante, queremos asegurarnos de que todos los niños nuevoapostólicos en todo el mundo tengan acceso a las clases de enseñanza en la Iglesia y que las clases tengan calidad y se adapten a sus necesidades y a las condiciones locales.
Toda nuestra acción en la Iglesia debería concentrarse en el Evangelio de Jesucristo.
La educación cristiana para niños y adultos jóvenes es un aspecto importante. ¿Qué está haciendo la Iglesia para enfrentar este desafío?
Somos una Iglesia internacional y hay comunidades nuevoapostólicas en todo el mundo. La educación religiosa de los niños y jóvenes debe ser una prioridad absoluta. La generación futura es una meta a la que vale la pena dedicarse. Sobre todo, los jóvenes creyentes deben conocer la Biblia para saber sobre la doctrina nuevoapostólica y deben sentirse aceptados y valorados en sus comunidades locales. En la enseñanza que se les brinda en la Iglesia aprenden la teoría; en la vida en el seno de la comunidad, el practicar la vida de fe cotidianamente y esto es lo que los hará felices.
Hacer de las personas discípulos del Señor, ¿qué quiere decir con eso?
Quiero describirlo de esta manera: queremos que las personas sigan a Jesucristo. Como Apóstoles, podemos hacer una contribución decisiva para lograrlo. El amor a Jesucristo y la fe en su doctrina deben transmitirse y promoverse en todas direcciones. Por supuesto, esta acción tiene límites, pero Dios mismo los establece:
- Le ha dejado al hombre la libre elección para tomar decisiones. La fe es un regalo de Dios para el hombre. El hombre debe anhelar este regalo y aceptarlo. No podemos obligar a nadie a amar al Señor, pero lo que podemos hacer es animar a nuestro prójimo a seguirlo.
- El Evangelio es la verdad absoluta; no podemos adaptarlo al gusto de la gente. Dios nos pide que lo anunciemos intacto y puro.
- Y, finalmente, asegurémonos de que la salvación ofrecida por Dios permanezca accesible para todos hasta el retorno de Jesús.
Atenerse al Evangelio que eterno, es, por lo tanto, el factor determinante. ¿Queda, entonces, todavía espacio para el cambio?
Bien, los cambios deben estar y siempre vuelven a suceder, también en nuestra Iglesia. En lo que respecta a la fe, el Evangelio del Señor ofrece todo lo que una persona creyente necesita. Nuestra misión es hacer de las personas discípulos del Señor y no miembros de la Iglesia.
La cumplimos si nos ocupamos de que las personas se sientan bien en la Iglesia, que experimenten el amor de Dios y la alegría de poder servir a Dios y a los demás, y que sientan la necesidad de orientar su vida en el Evangelio. ¡Este es nuestro principio guía! Y esto es completamente suficiente en mi opinión.
También hay ejemplos negativos: algunas congregaciones amenazan con escenarios apocalípticos y presagian un futuro terrible. Y enseguida proponen soluciones para mejorar la situación. Otros intentan atraer a las personas a las Iglesias con música, baile, sensaciones, emociones o apoyo material. Siempre hay nuevos ofrecimientos. Sin embargo, la experiencia muestra que estos métodos pueden ayudar a aumentar la asistencia a la Iglesia, pero rara vez generan una fe profunda en el Evangelio.
¿Por qué lo enfatiza recién hoy? ¿Esto no era tan importante en el pasado?
Sí, era importante y lo sigue siendo. Antes, como nuestra Iglesia estaba al comienzo de su evolución mundial, nos enfocábamos más en proteger la unidad de la Iglesia. Alentábamos a los creyentes a seguir un “modelo apostólico” en la música, la vestimenta, los métodos de enseñanza o incluso la organización. Hoy sabemos que este enfoque no fue óptimo e intentamos tener más en cuenta las diferencias culturales. ¡La fe nuevoapostólica se puede vivir en las culturas más diferentes!
Pero, ¿cómo se pueden incorporar estas diferencias específicamente en la planificación estratégica?
Me gustaría citar dos ejemplos:
Alrededor del 85 por ciento de nuestros miembros nuevoapostólicos reside en las Iglesias regionales africanas. En nuestra opinión, se enfrentan a cinco grandes desafíos:
- Centenares de congregaciones evangélicas ejercen una gran atracción en las personas. Los sanadores milagrosos tienen mucho éxito.
- Los grupos islámicos también están creciendo y misionando en su entorno, a veces con métodos extremadamente rigurosos.
- Especialmente en las áreas urbanas hay un agravamiento enorme de la situación social. La brecha entre pobres y ricos no cesa de crecer. El materialismo es el principal oponente de la fe.
- Por otro lado, debemos ayudar a proporcionar y promover oportunidades educativas para los jóvenes. África necesita campañas de educación.
- Y, no por último, es relevante la cuestión de los recursos financieros. Como Iglesia, quisiera que podamos mantener y expandir nuestros ofrecimientos.
Tenemos que enfrentar estos desafíos de una manera diferente que, por ejemplo, a la situación en Europa central. En Europa y América del Norte enfrentamos un retroceso en la asistencia a los Servicios Divinos, lo que nos causa gran preocupación. Las razones para esto son múltiples, permítanme sólo nombrar algunas: en las sociedades que nos rodean prima cada vez más el individualismo. Este, por otro lado, se opone al concepto de comunidad, donde todos están en igualdad de condiciones. La voluntad de unirse a la Iglesia y la comunidad también disminuye. Las tareas que demandan responsabilidad y que se realizan voluntariamente y sin compensación, no están de moda. Y muchas otras cosas más.
Incluso a riesgo de que mi declaración encuentre desaprobación, lo repito: ¡No hay una receta mágica! Ni los cambios regulares de la liturgia ni la valiente misión puerta a puerta ni las grandes campañas publicitarias pueden invertir la tendencia. Propuestas de este tipo ya han sido suficientemente probadas tanto en nuestra Iglesia como en otras. Aunque algunas de estas medidas pueden lograr buenos resultados localmente y por un tiempo limitado, no pueden detener el retroceso generalizado en el interés por los ofrecimientos de la Iglesia.
Esto suena amenazante. Entonces, ¿qué hay que hacer, en su opinión?
Tenemos que concentrarnos en lo esencial. Se trata de la salvación del alma. Cuando creamos nuestro Catecismo, tuvimos que definir conceptos como "Iglesia de Cristo" y "Obra Redentora" con mayor precisión. Decimos que la Iglesia de Cristo está compuesta por todos los creyentes, que por el Bautismo, la fe y la confesión pertenecen al Señor Jesucristo. Por un lado, es la vocación de la Iglesia de Cristo hacer accesible al hombre la salvación y la comunión con Dios y, por el otro, dar lugar a la adoración y la alabanza a Dios.
Dentro de esta Iglesia de Cristo, la Obra Redentora es la parte de la Iglesia en la que están activos los Apóstoles. Su tarea es reunir a la comunidad nupcial del Señor y prepararla para el inminente retorno de Jesús. Este retorno del Señor es un evento trascendental y la meta final de nuestra fe. Sin embargo, no representa el final del plan divino de redención ni de la Iglesia de Cristo. En el reino de paz, la Iglesia de Cristo continuará con su misión para que todos los hombres puedan alcanzar la salvación a través de la fe en Jesucristo.
Sobre esta base, también queremos desarrollar nuestras relaciones con otras Iglesias cristianas. Somos de la opinión de que todos los cristianos deben cumplir su tarea común en solidaridad, es decir, confesar a Cristo y testificar en palabras y obras sobre las virtudes de Dios.
La estrecha relación con el Evangelio es parte de su autoridad espiritual como Director de la Iglesia. Como Apóstol Mayor, usted también es el máximo representante de su Iglesia. ¿Dónde ve sus tareas, su margen de acción dentro de esta estrategia?
Una de las tareas del Apóstol Mayor es establecer el orden de la Iglesia y, en consecuencia, adaptar la estructura y organización de la Iglesia a las necesidades actuales.
En el mundo actual, es inconcebible que una Iglesia global como la nuestra sea dirigida por un solo hombre autosuficiente. Las decisiones deben tomarse en forma colegial. Al igual que mis predecesores, considero de gran importancia lograr que la asamblea de Apóstoles de Distrito sea un verdadero órgano de conducción de la Iglesia. Cada participante debe poder hablar libremente y contribuir al desarrollo de una solución común. Hemos logrado mucho y estoy muy satisfecho.
Por supuesto, por otra parte, un liderazgo colegiado necesita ciertas reglas. Como por ejemplo el número de Apóstoles de Distrito. No se puede dirigir la Iglesia con un panel de 50 Apóstoles de Distrito. Si los Apóstoles de Distrito deben participar plenamente en la dirección de la Iglesia, su número no debería ser demasiado grande. Por eso, por ejemplo, en Europa hemos comenzado a reducir el número de Apóstoles de Distrito. Paralelamente, hemos establecido un grupo coordinador y un comité de finanzas. Estos están formados por varios Apóstoles de Distrito que actúan en nombre de la asamblea de Apóstoles de Distrito y ayudan al Apóstol Mayor en su tarea.
Mientras tanto, también hay tales iniciativas en las Iglesias regionales. En los últimos años, el papel y el poder de decisión de los órganos de conducción y de control (Directorio, Asamblea Nacional, etc.) se han definido claramente y, dado el caso, se han fortalecido. En algunas comunidades se han establecido comités de la comunidad y los miembros de estos comités están involucrados en la organización de ciertas actividades de la comunidad. Tales soluciones probablemente se desarrollarán y multiplicarán en el futuro.
Pero la Iglesia Nueva Apostólica es también una “Iglesia del ministerio”. En ella, el ministerio desempeña un papel esencial. ¿Existen consideraciones estratégicas fundamentales para su desarrollo en el futuro?
Sí. Actualmente, los Apóstoles están reflexionando sobre una nueva organización dentro de la jerarquía ministerial de la Iglesia. Nuestros objetivos son:
- Definir nuestra interpretación del “ministerio” basándonos en el fundamento bíblico sin quedar atrapados en concepciones que tienen que ver más con la tradición que con la exégesis en sí.
- Hacer una clara distinción entre el ejercicio de la autoridad ministerial dada por Dios durante la ordenación, y las responsabilidades de la organización.
- Revalorizar las competencias de los creyentes independientemente del ministerio.
- Adaptar nuestra estructura a las necesidades actuales haciéndola más eficiente, más comprensible y más flexible.
- Generalizar la capacitación/el perfeccionamiento.
- Y, en términos más generales, poner más énfasis en la noción de “servicio / servir”.
La Iglesia tiene muchos desafíos, se enfrenta a grandes tareas. ¿Cómo los sostiene financieramente? ¿Cuál es la situación financiera de la Iglesia?
Desde hace bastante tiempo hemos estado llevando a cabo una investigación exhaustiva de nuestras finanzas en todo el mundo. Estamos decididos a optimizar nuestro funcionamiento para reducir costos. Siempre que es posible, por ejemplo, amalgamamos los departamentos de las administraciones de la Iglesia. Asimismo, hemos adaptado nuestra política de construcción de iglesias: en África, por ejemplo, ya no construimos iglesias importantes cuyos costos de mantenimiento difícilmente serían asequibles para las generaciones futuras. En otras regiones, estamos ajustando el número de iglesias y las localizaciones de las comunidades a nuestras necesidades actuales. Después de todo, la construcción y el mantenimiento son cada vez más caros en todas partes del mundo.
Las Iglesias regionales europeas y norteamericanas son las Iglesias donantes. Subvencionan a la mayoría de las comunidades de todo el mundo. ¿Cómo se desarrollará esto?
Bien, espero. Sin embargo, a diferencia del pasado, queremos hacer que los subsidios a las Iglesias regionales locales financieramente no autosustentables estén más orientados a los proyectos. Las Iglesias regionales donantes, más fuertes financieramente, deberían financiar proyectos claramente definidos en lugar de realizar contribuciones globales. Incluso si en algunos países la independencia financiera no fuese previsible en el mediano plazo, debemos continuar con nuestros esfuerzos para ajustar los gastos locales a los ingresos.
Apóstol Mayor Schneider, muchas gracias por esta entrevista.
Resumiendo, nuevamente los cuatro aspectos esenciales de la estrategia de la Iglesia:
Jesucristo ha dado a sus Apóstoles el encargo de
- predicar el Evangelio en todo el mundo,
- hacer de los hombres discípulos y dispensarles los actos de salvación,
- preparar a su novia,
- ejercer su gobierno en la Iglesia.
Una entrevista con el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider sobre ciertos aspectos de la estrategia