Permanecer

Cuando Jesús entró en Jerusalén, acababa de resucitar al muerto Lázaro y, por lo tanto, había despertado muchas esperanzas entre el pueblo. Pero cuando no se propuso cumplir estas esperanzas, lo dejaron caer de nuevo, lo dejaron solo.

No así los discípulos. Ellos permanecieron con Él, aunque también podrían haber dudado. Jesús había presentado un gran programa, pero los discípulos seguían teniendo sus problemas con su estrategia. ¿Él, el Hijo de Dios, sufriría y moriría? ¿Él, esconderse? ¡Y de repente quiere ir a Jerusalén! ¿Qué sentido tiene eso? ¡Quieren matarlo allí! Y después de estar bien arriba el Domingo de Ramos, también se hizo evidente muy rápido que era realmente peligroso para todos ellos estar allí. Así que en realidad era razón suficiente para decir: “¡Sin mí!”. ¿Por qué permanecieron con Él? Porque siguieron los impulsos del Espíritu Santo, que les reveló: “Este es el Cristo, el Hijo del Dios viviente” y les aconsejó: “¡Permaneced con Él! ¡A Él oíd!”.

Hoy estamos incluso un paso más allá de lo que estaban los discípulos entonces. Hemos recibido el don del Espíritu Santo. El Espíritu Santo no solo nos da impulsos. ¡Él mora en nosotros! Si muchos, decepcionados, dejan al Señor, si con frecuencia tampoco nosotros entendemos su plan, no obstante, sabemos: Este es el Hijo de Dios, que adoptó la condición de hombre por nosotros, sufrió y murió como tal, resucitó, ascendió al cielo y vendrá otra vez para redimirnos definitivamente. Esto es lo que nos revela el Espíritu Santo. ¡Y por eso permanecemos!

Impulso de un Servicio Divino del Apóstol Mayor

Abril 2022