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- 15 de julio de 2020: Pensamientos sobre el texto bíblico
“Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hechos 2:42). El texto bíblico para la hora de recogimiento de hoy nos lleva al tiempo de la primera comunidad cristiana. Los Apóstoles habían sido enviados por Jesucristo y recibieron el “poder del Espíritu Santo” (Hch. 1:8). Después de Pentecostés comenzaron a enseñar y bautizar. Anunciaban la importancia de la muerte y resurrección de Jesucristo para la salvación.
El hecho de presentarse con el poder del Espíritu Santo hizo su efecto, con sus palabras “se compungieron de corazón” (versículo 37) y surgió la primera comunidad. En ella se desarrollaron los dones del Espíritu Santo: se cultivaba una intensa comunión que se caracterizaba por el sentimiento de unión, la orientación en el Evangelio, el festejo de la Santa Cena y las oraciones.
Las cuatro características de la comunidad cristiana
La comunidad cristiana está formada por los bautizados, que no viven independientemente unos de otros, sino que hacen realidad su fe en comunión con los demás bautizados. Así fue en la comunidad de Jerusalén y así sigue siendo hoy en día.
La fe cristiana siempre está orientada a la comunión, cuyo rasgo distintivo es el amor a Dios y al prójimo (Jn 13:35). En la comunidad cristiana uno debe apoyar al otro en la fe, pero también ayudar con las preocupaciones de la vida diaria. La unidad de la Iglesia es posible por la fe en Jesucristo, su muerte salvífica, su resurrección y su retorno.
La doctrina de los Apóstoles, que se menciona en nuestro pasaje bíblico, no es otra cosa que el Evangelio. Los Apóstoles testificaron que Jesús es el Cristo y que la salvación perfecta puede ser alcanzada solo en Él. La doctrina de los Apóstoles está atestiguada en la Sagrada Escritura. El anuncio actual de los Apóstoles y todos los portadores de ministerio sirve para que el Evangelio sea comprensible para las personas de hoy y para convocarlas a la fe en Cristo.
Con el partimiento del pan se hace referencia a la Santa Cena, en la que los cristianos de todos los tiempos pueden experimentar la presencia de Jesucristo. En la Santa Cena, la Iglesia está vinculada con Jesucristo y los unos con los otros. Participar del cuerpo y la sangre de Jesús es el acontecimiento central del Servicio Divino hasta el momento en que el Señor venga nuevamente.
La oración es una conversación con Dios y permite una estrecha vinculación con Él. En la adoración a Dios podemos tomar conciencia de su grandeza, en el agradecimiento podemos descubrir la riqueza de sus dones, en la petición puede crecer nuestra confianza en su asistencia y en la intercesión puede desarrollarse el amor a nuestro prójimo. La oración conjunta en la comunidad promueve la comunión y el entendimiento mutuo.
Jesucristo envía Apóstoles en aquel entonces y ahora. Entre otras, tienen la tarea de fortalecer la comunidad, anunciar el Evangelio de manera correcta y convocar a las personas a arrepentirse. ¡Nuestro pasaje bíblico nos invita a reflexionar, si nuestra respectiva comunidad está realmente en la tradición de la Iglesia cristiana primitiva de Jerusalén!
15 de julio de 2020