Representación

Cuando los atletas participan en los Juegos Olímpicos, también representan al país bajo cuya bandera compiten. Esto se puede ver en el hecho de que los símbolos de las diferentes naciones están omnipresentes, especialmente en las ceremonias de entrega de premios.

Para muchos, esto es una gran motivación adicional para entrenar y luchar no solo por su propio éxito, sino también por su país. Si se hace bien este trabajo, incluso se puede recibir una condecoración del jefe de Estado de su país. Para ello ni siquiera hace falta tener colgada una medalla al cuello. A veces, los que no ganaron, pero lo dieron todo y se comportaron de manera ejemplar son los que más se aplauden.

Nosotros somos discípulos de Jesús, enviados al mundo para representarlo en esta tierra. En nuestra vida cotidiana –cuando los niños vuelven a la escuela después de las vacaciones, cuando los adultos van a trabajar– no solo trabajamos para nuestro propio éxito. También representamos a Jesucristo. Nuestra misión es estar a la altura de Él y de su doctrina, una maravillosa motivación para crecer más y más en su naturaleza.

Lo que recibimos a cambio deja en la sombra cualquier medalla y condecoración. Quien represente a Jesús, quien lo defienda y luche por Él, puede estar absolutamente seguro de que Jesús hará lo mismo por él, y eso con total independencia de nuestro éxito.

Impulso de un Servicio Divino del Apóstol Mayor

Septiembre 2021