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- El Apóstol Mayor predica contra la exclusión
Segregación, exclusión, división. Especialmente hoy es importante ver a nuestros semejantes como lo hizo Jesús. El máximo dirigente de la Iglesia Nueva Apostólica Internacional lo pidió durante su reciente Servicio Divino en Hungría.
“Este es el gran peligro de hoy en día en la sociedad, también en Internet”, dijo el Apóstol Mayor Jean Luc Schneider el domingo 19 de septiembre de 2021 durante su prédica en Kápolnásnyék: “Siempre se asigna a las personas al grupo al que pertenecen y entonces se las está juzgando. Eso no es cristiano”.
La persona y no el grupo
Amigo y enemigo, buenos y malos, un modo de vida correcto y uno incorrecto. En el judaísmo de la época de Jesús, los límites estaban muy marcados. Lo nuevo con Cristo fue que Él no consideró la pertenencia a un grupo. “Jesucristo se interesó por cada persona individualmente; por eso dijo: ¡No juzguéis!”.
“Amar al prójimo significa, ante todo: lo considero como persona y no solo como miembro de tal o cual grupo”, subrayó el dirigente de la Iglesia. “No debemos juzgar al prójimo porque, de todos modos, no sabemos nada de él personalmente. De su vida, de la situación en la que se encuentra, no podemos deducir si es bueno o malo. Hay gente buena a la que le va muy mal y hay gente muy mala a la que le va muy bien”.
La actitud y no el rendimiento
Otra de las enseñanzas del Señor Jesús fue: “No te fijes en el rendimiento, lo que importa es la motivación”. Lo demuestra el hecho referido a la viuda que puso poco dinero en el “arca” y el fariseo que trajo de su abundancia. “Quiso mostrar con esto que depende de la actitud del corazón, y nosotros no la podemos conocer”.
Esto se aplica aún más a los pecadores: “El ser humano ve el pecado, pero no ve la culpa”. Nadie sabe cuán grande es la culpa del otro. Y nadie puede saber cuán sincero es su arrepentimiento. Solo Dios lo puede saber: “No tienes ni idea. ¡Así que no juzgues a tu prójimo!”.
El amor y no la exclusión
“¿Qué espera el Señor de nosotros?”, preguntó el Apóstol Mayor, dando como respuesta: “Que amemos a nuestro prójimo”. Primero el Señor Jesús amó a los pecadores. Recién cuando ellos experimentaron su amor, se convirtieron.
“No es tarea nuestra, arreglar el mundo. No es tarea de la Iglesia, de los portadores de ministerio, no es tarea tuya ni mía, que convirtamos a los pecadores”. Y, sobre todo, “el Señor no espera que excluyamos a las personas”.
Sino que “deben experimentar el amor de Dios a través de nosotros”. Entonces vendrán a Dios. La conversión, la corrección, las hace Dios, no nosotros. Nuestra tarea es simplemente decir: “El Señor te ama, ven a Él”.
25 de septiembre de 2021