Preguntas y respuestas sobre la ordenación de mujeres

En la Iglesia Nueva Apostólica las mujeres pueden ser ordenadas en un ministerio espiritual. Esta decisión plantea muchas preguntas de seguimiento. Ya se han recopilado las primeras preguntas y respuestas, que se irán completando según sea necesario.

Este catálogo se limita a la decisión normativa global y a las preguntas de importancia mundial. Las preguntas que vayan más allá, en términos de la implementación en las Iglesias regionales, serán aclaradas por los responsables locales. Las respuestas se elaborarán y se darán allí.

El equipo de la Iglesia Nueva Apostólica Internacional está a su disposición para preguntas sobre la decisión normativa global: mail@naci.org

Preguntas fundamentales

La interpretación de Iglesia, Sacramentos y ministerio son de importancia esencial para nuestra Iglesia.


El Catecismo contiene una interpretación bien perfilada de la Iglesia y los Sacramentos, pero solo ofrece un resumen general de nuestra interpretación de ministerio. Era necesario formular mejor nuestra interpretación de ministerio y desarrollarla al mismo nivel que nuestra interpretación de la Iglesia y los Sacramentos.

Las mujeres pueden ser ordenadas como Diaconisas, Pastoras o Apóstoles. Más allá de eso, las mujeres –al igual que los hombres– pueden recibir un encargo o un nombramiento para desempeñar funciones de conducción o de ayudantes en la comunidad, el distrito o la Iglesia mundial, por ejemplo, como dirigentes de la comunidad o del distrito, ayudantes del dirigente de la comunidad o del distrito, o como Obispas.

La resolución es válida para la Iglesia Nueva Apostólica en todo el mundo. El encargo ministerial vinculado a la ordenación se impartirá allí donde sea aceptado por la sociedad local y la comunidad.

No. Los problemas regionales derivados de la escasez de portadores de ministerio varones no son relevantes a nivel internacional, y no constituyen un argumento para ordenar mujeres en el ministerio. La decisión tomada por el apostolado es el resultado de un proceso de deliberación teológica y doctrinaria.

Las cuestiones esenciales de la doctrina de la Iglesia Nueva Apostólica, especialmente en lo que respecta a su interpretación de Iglesia, Sacramentos y ministerio, fueron debatidas y respondidas por el apostolado una tras otra, basándose unas en otras. Este proceso llevó mucho tiempo. Antes de responder a la pregunta de “quién”, era necesario aclarar la pregunta de “qué”. En otras palabras, ¿qué es exactamente un ministerio? ¿Qué ocurre durante una ordenación? ¿Y cuál debe ser la estructura del liderazgo? Los resultados de estas deliberaciones se presentaron en la primavera de 2019. A lo largo de los tres años que siguieron, se debatió y se respondió a la pregunta en torno a la ordenación de mujeres.

Dios elige a los portadores de ministerio que corresponden a los creyentes a los que han de servir. Un encargo ministerial puede fracasar cuando los miembros de la comunidad rechazan al portador de ministerio. Por lo tanto, el apostolado debe asegurarse de que los portadores de ministerio también sean aceptados por su comunidad. Y esto no solo concierne a la comunidad local, sino también a la Iglesia mundial. La voluntad de Dios siempre ha sido acorde, pero no el marco humano.

Antes de poder plantear la pregunta “¿Quién puede ser portador de un ministerio?”, había que responder a cuestiones básicas, como, por ejemplo: ¿Qué es un ministerio? ¿Cómo comienza y cómo finaliza? Estos aspectos se trabajaron entre 2014 y 2019. El “quién” se dejó claro, entonces, en el período comparativamente breve de tres años.

La Iglesia no se adapta al espíritu del tiempo. Los cambios y la profundización de la doctrina siempre se han producido en el curso de nuestra historia. El Evangelio permanece inalterado y es proclamado con autoridad. Es responsabilidad del apostolado tomar decisiones para el futuro de la Iglesia y para ordenar la vida de la comunidad.

No. La decisión de ordenar mujeres no es una cuestión de política de igualdad de género. Es el resultado de una exhaustiva reflexión teológica y espiritual, y no una reacción a la presión social.

Es responsabilidad del apostolado –independientemente de su composición– tomar decisiones relativas al futuro de la Iglesia. Jesucristo dio a los Apóstoles la autoridad para ordenar la vida de la comunidad.

Históricamente, las mujeres sirvieron como Diaconisas durante varias décadas. Por lo demás, sin embargo, la Iglesia Nueva Apostólica siguió la tradición cristiana de ordenar solo a hombres en el ministerio. Hasta la fecha, sin embargo, el apostolado simplemente no había respondido a la pregunta de si las mujeres pueden ser ordenadas en el ministerio a nivel doctrinario. Esto cambió a raíz de la formulación de nuestra interpretación de ministerio.

La ordenación de mujeres se informará de la misma manera que la de hombres.

“Las Iglesias regionales pueden organizar otras reuniones informativas a nivel local si es necesario. Sin embargo, los responsables locales no han recibido ninguna información previa y ahora también necesitan algo de tiempo para familiarizarse con el tema”.

Cuestiones teológicas

El ser humano, como unidad de hombre y mujer, es igualmente imagen de Dios. En Cristo, según Pablo, no debe hacerse ninguna diferencia: Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús (Gálatas 3:28).

Entre el hombre y la mujer hay una unidad física. Hombre y mujer están hechos por Dios de un mismo “material” existente.  
La existencia de ambos está en exclusiva y absoluta dependencia de su Creador.

Para Pablo, el hombre y la mujer pecaron por igual en Adán. Romanos 5:12: Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.

Los Apóstoles recibieron el encargo de predicar el Evangelio en las sinagogas, lo cual estaba prohibido para las mujeres. Entonces podría ser igual de justificable exigir que el apostolado tuviese que estar constituido no solo por hombres, sino también solo por judíos; entonces solo podría haber doce hombres judíos y no más.  
Además, Jesús solo llamó como Apóstoles a los discípulos que lo acompañaron en su camino. Ni siquiera Pablo pudo cumplir este requisito.

En la epístola a los Romanos, las hermanas cumplían tareas importantes en la comunidad: servir a los Apóstoles, conducir las comunidades en las casas, realizar tareas misioneras. 

  • “Hermana Febe” (16:1-2): está al servicio de una comunidad, es decir, es Diaconisa. Febe es una persona importante que ayudaba al Apóstol y a la comunidad, y que quizás todavía ayude. 
  • “Priscila y Aquila” (16:3-5): una pareja que realizaba tareas misioneras y conducía una comunidad en la casa. Pablo tenía mucho para agradecerles.
  • “Andrónico y Junias” (16:7): probablemente un matrimonio que, como Pablo, estaba expuesto a persecuciones. Fueron calificados de “muy estimados entre los Apóstoles”. Ambos eran misioneros.

En la primera epístola a los Corintios hay afirmaciones sobre la conducta correcta de hombres y mujeres en el Servicio Divino, según las cuales el hombre y la mujer estaban activos dentro del Servicio Divino orando y hablando proféticamente. El profetizar cumplía para Pablo una función similar a la prédica, que es la de transmitir el Evangelio en forma accesible (1 Corintios 14:3-4b)
Sin embargo, las explicaciones del Apóstol sobre la observancia del diferente “simbolismo de los roles de sexo” no fundamentan la exigencia de que las mujeres no participen activamente en el Servicio Divino o en la vida de la comunidad. Pablo afirma que las mujeres deben cubrirse la cabeza cuando oran o hablan proféticamente. No les prohíbe estar activas.
Queda claro que muchos elementos de la argumentación paulina solo pueden entenderse en el contexto de la época y no pueden pretender tener una validez general. 
Muchos estudiosos del Nuevo Testamento atribuyen los enunciados contradictorias de 1 Corintios 14:33b-36 a un documento de una escuela paulina posterior y no directamente al Apóstol.

Los pasajes bíblicos sobre los que se basa la doctrina deben responder al Evangelio.

 

En 1 Timoteo 2 hay contradicciones. Según los versículos 13 y 14, el autor ve la razón del mandamiento de silencio en el hecho de que Eva trajo el pecado al mundo. Esto contradice a Pablo, que explica en Romanos 5:12-21 que todos los seres humanos han pecado por igual.

 

Además, 1 Timoteo 2 incluso se contradice a sí mismo. En el versículo 4, el autor reconoce que Dios quiere que todos los seres humanos sean salvos. Sin embargo, según el versículo 15, solo se salvan las mujeres que engendran hijos. ¿Y qué pasa con las mujeres que no pueden tener hijos? ¿Acaso Dios, el Creador de la vida, no quiere que sean salvas?

 

Debido a estas ambigüedades, el apostolado debe interpretar lo que es coherente con el Evangelio de Jesús. El apostolado tiene el encargo y la autoridad para hacerlo.

Cuestiones organizativas

No. Es Dios quien elige a alguien para un ministerio. En principio, la elección para un ministerio no se basa en la voluntad humana, sino en la voluntad divina. Es deber del Apóstol reconocer la voluntad de Dios y obrar conforme a ella (Catecismo INA 7.7).

Los dones se desarrollan en la comunidad y para la comunidad. Cuando se reconocen estos dones, crece la necesidad de utilizarlos al servicio de Dios y de la comunidad.

No. Dado que es Dios quien llama a una persona al ministerio, está fuera de lugar determinar una proporción específica de hombres y mujeres en los distintos niveles ministeriales. La voluntad de Dios, y no la humana, es el factor decisivo en este caso.

Ambos elementos son importantes. Tanto para las mujeres como para los hombres, los motivos para proponer a una persona para un ministerio incorporan las necesidades de la comunidad o del distrito, por un lado, y los dones y características de los posibles candidatos, por el otro. La necesidad no puede medirse simplemente por un número. Allí donde se reconozcan los dones, crecerá la necesidad de ponerlos al servicio de Dios y de la comunidad.

Sería pura especulación y, por lo tanto, poco serio, especificar un momento en el que se ordenará la primera mujer Apóstol. La mayoría de los Apóstoles actuales han servido durante muchos años como Diáconos y Pastores y han adquirido experiencia en diversas posiciones de conducción en la Iglesia. Lo mismo cabe esperar de las mujeres en el ministerio.

En este caso, se aplican las mismas normas a las mujeres que a los hombres. El caso estándar es, en principio, la ordenación como Diaconisa.

Los hermanos pueden hablar sobre sus necesidades pastorales con su dirigente. En general, será su preocupación y responsabilidad asegurar la atención de los miembros de la comunidad y asignar a los portadores de ministerio como corresponde.

Como ocurre con todas las tareas de voluntariado, esta pregunta solo puede responderse individualmente en la respectiva familia. Las posibilidades de involucrarse y mantener el equilibrio en la familia deben debatirse abiertamente con el portador de ministerio dirigente responsable.

En lo que respecta a la ordenación, se aplican a las mujeres los mismos requisitos obligatorios que a los hombres:

  • ser mayor de edad
  • debe defender la Confesión de fe nuevoapostólica
  • finanzas y circunstancias personales ordenadas
  • asistencia regular a los Servicios Divinos
  • aceptación en la comunidad
  • tiempo suficiente para dedicarse a la asistencia espiritual
  • disposición a participar en reuniones de portadores de ministerio y en eventos de capacitación de la Iglesia

Tanto los portadores como las portadoras de ministerio son servidores en la Iglesia y, según los perfiles de competencia para Diáconos y Pastores, deben vivir en circunstancias ordenadas y tener tiempo suficiente para dedicarse a la asistencia espiritual. 

También en este caso se aplican las mismas normas internacionales específicas para las mujeres que para los hombres.

No hay diferencias específicas de género en los actos de institución relacionados con el ministerio. Mediante la ordenación, los portadores de ministerio son autorizados, bendecidos y santificados para su servicio. La santidad de este acto y el carácter de servicio del ministerio se manifiestan en que el ministerio se recibe arrodillado.

Los ofrecimientos de las Iglesias regionales para la capacitación ministerial continua están disponibles tanto para los portadores como para las portadoras de ministerio. En todos los casos se comprometen con la doctrina nuevoapostólica tal como está formulada en el Catecismo. Esto requiere una formación continua en el marco correspondiente.

En los Servicios Divinos, las portadoras de ministerio vestirán igualmente de blanco y negro. La vestimenta debe ser modesta y adecuada a la ocasión. Las costumbres culturales se tendrán en cuenta como corresponde.

Dado que cada embarazo es diferente, es imposible definir aquí una regla general. Una licencia tiene sentido para evitar la sobrecarga personal o el esfuerzo físico debido a la actividad ministerial. La duración de la licencia debe debatirse individualmente con el nivel de conducción responsable. El bienestar de la madre y del niño están en primer lugar.

Preguntas personales

Cualquier persona que esté fundamentalmente dispuesta a tomar una nueva dirección se embarca en un proceso de aprendizaje. En el proceso es útil saber que la decisión del apostolado se ha tomado con responsabilidad y bajo la guía del Espíritu Santo. La cuestión de la aceptación también queda abierta para todos los miembros masculinos portadores de un ministerio.

La Iglesia Nueva Apostólica no tolera las agresiones sexuales por parte de portadores de ministerio o miembros en el ejercicio de su servicio en la Iglesia. Los portadores de ministerio se comprometen a denunciar inmediatamente cualquier caso justificado de sospecha a las autoridades competentes de su país respectivo.


Además, algunas de las Iglesias regionales han creado comités para hacer frente a estas situaciones y las personas de contacto de estos comités figuran en los respectivos sitios web. 

Los Apóstoles, independientemente de su sexo, son el primer punto de contacto en estos casos. Además, se han creado oficinas especializadas en las distintas Iglesias regionales.

Antes de cualquier posible ordenación, el portador de ministerio dirigente debe mantener una conversación con la persona en cuestión. Se desea e incluso se estipula que esta conversación se lleve a cabo con gran apertura, empatía y sensibilidad, tanto si el candidato es un hombre como una mujer. Ningún candidato a una ordenación, sea hombre o mujer, debe ser sometido a ningún tipo de presión, por no decir obligación, para decir que “sí”. En principio, la pareja del candidato también debería ser incluida en la conversación. Un “no” a servir en un ministerio no debe ser condenado.