El Catecismo de la Iglesia Nueva Apostólica

6.2.3.5 El rebaño de Dios

En la imagen del rebaño de Dios, Jesucristo es el buen Pastor; Él conoce a los suyos y deja su vida por ellos. Él llama a ovejas de otros rediles. Él continuamente llama a los hombres a su Iglesia para que crean en Él. Al final habrá un rebaño y un pastor (Jn. 10:11-16). Jesús habla a los suyos a través del Espíritu Santo. El que cree en Él y le sigue, recibirá de Él la vida eterna (Jn. 10:25-28).

Antes de su ascensión, el Resucitado confió a sus “corderos y ovejas" a la atención del Apóstol Pedro (Jn. 21:15-17). Este Apóstol tiene a su cargo la responsabilidad general de aquellos que pertenecen a la Iglesia de Cristo. Los creyentes, como el rebaño, siguen siendo propiedad de Jesucristo.

En 1 Pedro 5:2-4, los siervos de la Iglesia son llamados a apacentar a la comunidad como la "grey de Dios". No deben hacerlo como teniendo señorío sobre los que están a su cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Ellos realizan su tarea orientados al retorno de Jesucristo, el "Príncipe de los pastores".

La imagen del rebaño muestra a la Iglesia como la comunidad que sigue a Cristo. Recibe cuidado, protección y conducción a través de Cristo, el buen Pastor.