El Catecismo de la Iglesia Nueva Apostólica

1.2.4.1 Surgimiento del canon del Nuevo Testamento

Para la comunidad cristiana del primer tiempo, el Antiguo Testamento actual era toda la Biblia. También fueron adquiriendo rápidamente gran importancia las “palabras del Señor" (logias). En principio las logias se transmitían oralmente. Aún antes de registrar por escrito los informes sobre el obrar de Jesús, hubo en las comunidades confesiones e himnos en los cuales se atestiguaba sobre la muerte y la resurrección de Jesucristo. Esto también fue incorporado en los escritos de los Apóstoles.

Los escritos más antiguos del cristianismo primitivo que nos fueron transmitidos, son las epístolas del Apóstol Pablo. Estas eran leídas en los Servicios Divinos y se pasaban a las comunidades vecinas.

Después de las epístolas de Pablo, el testimonio escrito más antiguo de la fe cristiana es el Evangelio de Marcos, el cual por su estructura y contenido está estrechamente ligado con los Evangelios de Mateo y de Lucas.

Para que la tradición apostólica pudiese ser conservada, transmitida y separada de doctrinas falsas, se hizo necesario realizar una compilación de escritos del Nuevo Testamento que fuese valedera para la Iglesia. Una carta pascual del Obispo Atanasio de Alejandría cita en el año 367 d.C. a la totalidad de los 27 escritos obligatorios del Nuevo Testamento. Este canon fue finalmente confirmado por los sínodos de Hippo Regius (393 d.C.) y Cartago (397 d.C.).

Tanto el canon del Antiguo Testamento como el del Nuevo Testamento le deben su existencia no sólo a las consideraciones humanas, sino ante todo a la voluntad divina.