El Catecismo de la Iglesia Nueva Apostólica

4.5.1 La elección en el Antiguo Testamento

Ya en la creación vemos una referencia a la elección divina vinculada con la responsabilidad resultante de ella. Dios eligió al hombre de todas sus criaturas y le dio el encargo de sojuzgar la tierra. La posición especial que le es concedida, se deduce de Sabiduría de Salomón 2:23: “Porque Dios ha creado al hombre para vida eterna y lo ha hecho a la imagen de su propia semejanza". En el curso de la historia de la salvación del Antiguo Testamento, el significado de la elección se puede reconocer particularmente en Noé, Abraham y el pueblo de Israel:

  • Cuando Dios decide erradicar al hombre de la faz de la tierra (Gn. 6:1-8), le promete salvación a Noé. Noé afianza esta elección, haciendo todo lo que Dios le pide. Como resultado, él y su familia, y por ende, la raza humana, se salvan de la perdición.

  • Abraham es elegido para que a través de él sean benditas todas las familias de la tierra (Gn. 12:3). Las promesas que Dios le dio, pasan a Isaac.

  • De los dos hijos de Isaac, Esaú como el primogénito hubiese sido el receptor legítimo de la bendición, sin embargo Dios eligió a Jacob y lo bendijo (Gn. 28:13-15). Aquí se ve que nadie puede reclamar para sí la gracia de la elección de Dios y que esto no puede ser comprendido con el entendimiento humano.

  • De los doce hijos de Jacob surge el pueblo de Israel que Dios convoca para ser el pueblo del pacto: “Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra. No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; sino por cuanto Jehová os amó" (Dt. 7:6-8). Por consiguiente, el origen de la elección es el amor de Dios.

  • De entre el pueblo de Israel, Dios también eligió a determinados individuos que anunciaron su voluntad y que fueron predestinados por Él para cumplir tareas particulares. Entre ellos están Moisés y Josué, así como algunos jueces, reyes y los profetas.