El Catecismo de la Iglesia Nueva Apostólica

3.4.6.1 Mesías – Cristo – Ungido

Los tres conceptos significan lo mismo: “Mesías" proviene del hebreo “maschiach", la forma latina “Cristo" surgió del griego “Christos“; ambos significan traducidos: “Ungido".

En algunos salmos, los reyes de Israel son calificados de “ungidos de Dios" (entre otros, Sal. 20:6). Su unción está estrechamente vinculada con los enunciados sobre un pacto particular de Dios con David y sus sucesores. La veneración del rey dado por Dios y ungido, iba a veces tan lejos como para llamarlo Dios (Sal. 45:5-9).

Basándose en las afirmaciones del profeta (entre otros, Is. 61; Jer. 31:31ss.) se desarrollaron en el pueblo de Israel ideas sobre el Mesías que apuntaban cada vez más a una figura que trascendía todo lo humano y que poseía carácter divino en el sentido más profundo.

El Nuevo Testamento reconoce en forma unánime que este Mesías, este Cristo, es Jesús de Nazaret. El título de nobleza “Cristo" está tan estrechamente vinculado con Jesús, que se convierte en nombre propio: Jesús Cristo o Jesucristo. El que cree en Él, se profesa al Mesías esperado por Israel, quien trae salvación enviado por Dios.

Siempre que el Nuevo Testamento habla de Jesús, se está refiriendo al Cristo, al Mesías. Esto marca una diferencia decisiva: mientras que hoy muchas personas de fe judía aún están esperando la venida del Mesías, los cristianos confiesan que el Mesías ya ha venido y está presente en Jesucristo. Esta fe está formulada en la importante afirmación que se encuentra al comienzo del Evangelio de Marcos: “Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios" (Mr. 1:1).