El Catecismo de la Iglesia Nueva Apostólica

12.2.1 Bendición prenatal

El embarazo y el nacimiento de un hijo son vividos por los padres como una fase muy especial de la vida. A través de la asistencia espiritual experimentan en ese tiempo el acompañamiento apropiado.

Desde el comienzo, ambos padres son responsables de la nueva vida.

Como el primer acto visible de Dios en el alma del niño, se dispensa una bendición prenatal. Este acto de bendición se realiza en la madre, previa expresión de su deseo. Por este acto, Dios fortalece a la madre para fomentar y cuidar a su hijo debidamente en la fe durante su desarrollo prenatal. La bendición también redunda en favor del alma del niño que aún no ha nacido, transmitiendo a la madre la seguridad de que tanto ella como su hijo se encuentran seguros en las manos del Señor.

Mientras el niño va creciendo en el vientre de la madre, está unido a ella en todo. No sólo absorbe lo que la madre ingiere, sino que su alma es influenciada por lo que ella siente y vive. Por eso, a través de la oración y cuando incluye conscientemente al niño en formación en su vida de fe, la madre contribuye en gran medida para que la asistencia espiritual prenatal sea agradable a Dios.

La bendición prenatal no incluye la promesa de un embarzo sin problemas o del nacimiento de un niño sano.