El Catecismo de la Iglesia Nueva Apostólica

13.3.1 El matrimonio como institución divina

El matrimonio monogámico de un hombre y una mujer es una institución divina y no sólo una institución humana. El matrimonio poligámico (matrimonio múltiple) no está en concordancia con la doctrina y la tradición cristiana.

El significado y el valor del matrimonio también quedan en claro por el hecho de que Dios ha protegido explícitamente esta institución anclándola en los Diez Mandamientos (ver 5.3.7).

Dios ha creado a los seres humanos como hombre y mujer uno para el otro. Se encuentran afirmaciones esenciales al respecto en la historia de la creación:

  • “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla" (Gn. 1:27-28). Ambos, hombre y mujer, fueron creados a imagen de Dios. Diferentes, aunque con el mismo valor ante Él, ambos se encuentran bajo la bendición de Dios y viven bajo la palabra del Creador de multiplicarse y de transformar y preservar la tierra como aquella parte de la creación confiada a ellos de acuerdo con la voluntad de Dios.

  • “Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le daré ayuda idónea para él" (Gn. 2:18). El ser humano está hecho para vivir en compañía; en su cónyuge, el hombre y la mujer tienen a su homólogo a quien deben ayudar.

  • “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne" (Gn. 2:24). Al contraer matrimonio, el hombre y la mujer se amalgaman en una sola entidad establecida para toda la vida.

Jesús también se exteriorizó sobre el matrimonio. En relación con la pregunta de si admitía el divorcio, tomó lo que ya había sido mencionado: “¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo y dijo [...] ‘Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne‘? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre" (Mt. 19:4-6).

El Apóstol Pablo toma como ejemplo para la relación conyugal a la relación entre Cristo y la comunidad. Convoca a los cónyuges a amarse y respetarse mutuamente (Ef. 5:21-33).