El Catecismo de la Iglesia Nueva Apostólica

1.2.5.2 Jesucristo, el centro de la Escritura

Según la interpretación cristiana, el Antiguo Testamento está orientado esencialmente a preparar la venida del Mesías y dar testimonio de Él; esto lo remarcó Jesucristo mismo (Jn. 5:39; Lc. 4:17-21; 24:27). Jesús interpretaba la Escritura para sus discípulos en lo relacionado con su obrar, señalando para ello “que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos" (Lc. 24:44). Por consiguiente, el Antiguo Testamento siempre debe interpretarse basándose en el Hijo de Dios. El antiguo pacto halló su cumplimiento en Cristo. La encarnación del Hijo de Dios es automanifestación central de Dios y constituye el centro de la historia de la salvación. Esta circunstancia se pone de manifiesto con una breve formulación: “Jesucristo es el centro de la Escritura".

El significado que tienen para la fe y la doctrina, los enunciados de cada libro del Antiguo Testamento o de los escritos tardíos del Antiguo Testamento, queda determinado por la concordancia de su contenido con aquello que enseña el Evangelio.