El Catecismo de la Iglesia Nueva Apostólica

Confesiones del Nuevo Testamento

La fe cristiana está delineada para ser comunicada a los demás. Ya desde tiempos antiguos el cristiano es inducido a confesar su fe y sostenerla frente a otras personas: “Estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros" (1 P. 3:15).

En el Nuevo Testamento se encuentran frases y fórmulas en las cuales se menciona lo fundamental de la fe cristiana, que es la confesión a Jesús como el Señor resucitado. Ejemplos de ello son:

“Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce" (1 Co. 15:3-5).

“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre" (Fil. 2:5-11).

Estas fórmulas sirvieron para otorgarle a la fe una expresión vinculante y transmitir los fundamentos de la fe cristiana a aquellas personas que querían convertirse en cristianos y dejarse bautizar. Además, la fe en Jesucristo, amenazada por doctrinas falsas ya en el tiempo del Nuevo Testamento, debía ser transmitida en forma genuina.