La fidelidad de Dios nos lleva a la comunión con Él

Queridos hermanos en la fe, „Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor“ (1 Corintios 1:9). Al leer este texto bíblico, estoy pensando en vosotros.

Cada uno de nosotros vive su propia vida. Hay que pasar a través de altibajos, a veces llenos de miedo, otros llenos de alegría. Nuestro consuelo es: ¡Dios es fiel! Él hace lo que dice. Los seres humanos quizá no siempre percibimos esto así, ya que solamente podemos reconocer una mínima parte del plan que Dios nos tiene preparado.

Ha sido Dios quien nos llamó a la comunión con su Hijo Jesucristo. Él nos llama, Él nos elige – y no al revés. Él conoce a cada individuo mejor de lo que uno se conoce a sí mismo, y Él sabe todo. Él deja a cada individuo la libertad de seguir a este llamado o no.

Dios nos llama a la eterna comunión con Jesucristo, nuestro Señor.

Jesús mismo confirmó esto, expresando que Él quiere que estemos allí donde Él está. Pero también aquí y ahora nos encontramos ya en la comunión de vida con el Hijo de Dios. En todas las situaciones de la vida estamos juntos a Él:

  • En nuestro propio sufrimiento luchamos para permanecer en la comunión con Dios.
  • Apoyamos a Jesús en su misión y anunciamos el Evangelio, haciendo el bien.
  • No olvidamos esta misión en ningún momento, sino que le damos la máxima prioridad.

Dios invita a la comunión de los creyentes – la Iglesia, diciendo:

  • Queremos quedar unidos y actuar, orar, celebrar y trabajar conjuntamente.
  • Queremos fortificar esta unidad y luchar contra la discordia: Evitamos los rumores, no revolvemos en el pasado hablando de lo malo, sino que recordamos lo bueno.
  • Nos servimos los unos a los otros y no distinguimos entre clientes o suministradores: Cada uno puede aportar lo suyo para el bien de la comunión.

Y finalmente, Dios también invita a la comunión en la Santa Cena:

  • Ella es un anticipo de las Bodas del Cordero.
  • Ella nos recuerda que Cristo lo ha compartido todo con los hombres, también el sufrimiento y la muerte. Nos da las fuerzas para luchar como Él luchó.
  • Ella fortifica la comunión fraternal entre nosotros. Para todos hay el mismo pan y el mismo vino y la misma celebración de la Santa Cena. ¿Qué haríamos sin esta comunión?

¡Gracias Señor por permitir que yo pueda formar parte de esta comunión!

Saludos cordiales
Jean-Luc Schneider

Octubre 2020