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- 21 de Octubre de 2020: Pensamientos sobre el texto bíblico
“Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Corintios 4:17-18).
El Apóstol Pablo quiere consolar y fortalecer a la iglesia a la que escribe mientras esta es perseguida. Por lo tanto, hace hincapié en que todo el mal que les sucede a los cristianos es solo temporal y, por lo tanto, de carácter pasajero. Puede ser soportado y superado recordando que la bienaventuranza que Dios nos tiene reservada será eterna. La certeza de que una vez estaremos en perfecta communion con Dios relativiza todo sufrimiento, toda adversidad y todas las heridas que las personas se infligen unas a otras. Este pasaje de la Biblia se cita frecuentemente para consolar a quienes sufren alguna enfermedad, atraviesan un duelo o enfrentan otras adversidades.
Sufrir con Cristo
Una lectura más detenida del pasaje bíblico muestra que Pablo no habla del sufrimiento que se vincula con nuestra vida en la tierra (como, por ejemplo, dolores, pérdidas, fracasos), sino del sufrimiento que debe padecer el cristiano por causa de Cristo. Pablo tiene presentes a los que sufren por y con Cristo (2 Co. 1:5–7). Cristo dijo que quienes lo sigan sufrirán aflicciones (Mt. 13:21).
Estos sufrimientos son inevitables: cada discípulo de Cristo debe sufrir persecuciones (Jn. 15:20). Estas son, ante todo, de naturaleza espiritual y no necesariamente causadas por el ser humano.
Tentaciones
Somos tentados por el maligno que trabaja en nuestro interior y se precipita sobre nosotros. Tal vez hasta se nos llame cobardes y débiles porque no retribuimos el mal con el mal y preferimos el perdón, no la venganza. Una palabra de Jesús que pronunció en la cruz nos puede ayudar aquí: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc. 23:34). El que convierte la voluntad divina en el parámetro de su obrar, deberá contar con incomprensión o incluso rechazo. Un discípulo debe seguir el ejemplo de Jesús, negándose a sí mismo y tomando su cruz (Mt. 16:24). Por lo tanto, como discípulos de Jesús, no solo debemos superar el egoísmo, sino que alguna vez también debemos dejar de lado nuestros propios intereses por más justificados que fueren. Esta es una actitud que únicamente tiene éxito cuando uno se orienta en la voluntad divina y se sabe seguro en la gracia de Dios. Entonces uno puede incluso soportar las decepciones que le infligen aquellos a los que ha hecho el bien, que ha ayudado y apoyado. Vivir según el Evangelio, el seguimiento a Cristo, solo puede lograrse si no se lo hace depender de lo que a uno le pasa.
Cuando el Apóstol Pablo describe su tribulación como leve, con esto no le quiere restar importancia. Dice que se sentía abrumado en sobremanera, más allá de sus fuerzas, al punto de que él mismo se consideró con sentencia de muerte (2 Co. 1:8-9). Nuestra tribulación termina siendo soportable, porque Jesús intercede por nosotros ante Dios (Ro. 8:34).
El poder de lo eterno
La fuerza para soportar el sufrimiento también puede provenir de la certeza de que uno no se centra en las cosas que se ven, que son temporales, sino en las cosas que no se ven, que son eternas. A menudo parece como si los poderes que gobiernan lo temporal y visible fueran abrumadores e insuperables. Pero esto es una falacia, pues lo invisible y eterno saldrá victorioso y todos los poderes deberán comparecer ante el tribunal de Cristo (2 Co. 5:10).
21 de octubre de 2020