Un mensaje para todos

También hoy, los Apóstoles son enviados por Dios, todos nosotros somos enviados por Dios, para anunciar el Evangelio. El Evangelio es para todos, porque todos sufren por el pecado.

Cuando Jesús leyó de la Torá en la sinagoga de su ciudad natal Nazaret, tomó Isaías 61:1-2, que dice: El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados”.

Jesús miró a los reunidos y dijo que era Él (Lucas 4:21). Jesús enfatizó una y otra vez que había venido para los pobres, para los oprimidos, para los enfermos y para los afligidos. Estos eran los que lo necesitaban especialmente. Pero aquí está la buena noticia para todos aquellos que dicen de sí mismos: “En realidad no soy pobre, ni estoy oprimido, ni enfermo, ni afligido. ¿Es válido el Evangelio también para mí?”. Sí, porque, aunque Jesús aquí se dirige muy concretamente a los pobres, también se dirige a los que son pobres en sentido figurado:

  • a los que son humildes y saben que necesitan la gracia,
  • a los que sufren por la separación de Dios a causa del pecado y
  • a los que están cautivos en el pecado.

A ellos Jesús les anunció el Evangelio y envió a los Apóstoles para que lo difundieran. Y aún hoy, los Apóstoles son enviados por Dios, todos nosotros somos enviados por Dios, para anunciar el Evangelio. El Evangelio es para todos, porque todos sufren por el pecado. Dios nos ha dado el encargo de decir: “Dios quiere liberar a los seres humanos del pecado y que vuelvan a la comunión con Él”. Algunos aceptarán el Evangelio, otros no. No nos desanimemos por ello. Eso no impedirá que el Señor lleve su Obra a la consumación.

Con un cordial saludo, vuestro

Jean-Luc Schneider

Mayo 2022