Imágenes del enemigo

En esta tierra ocurren cosas desagradables, terribles, que a menudo no podemos explicar. Entonces la gente crea imágenes del enemigo para tener a alguien a quien culpar de la miseria, ya sea una nación, un determinado grupo, un vecino.

Que estas personas tengan en verdad algo que ver es completamente irrelevante. Se busca un chivo expiatorio, al que se pueda odiar, en quien se pueda descargar todo el enojo por la situación. ¡Cuánta falta de paz, cuánto sufrimiento ya ha causado ese tipo de pensamiento!

No necesitamos crear una imagen del enemigo, porque conocemos a nuestro enemigo. No se trata de una persona cualquiera. ¡Es el mal! Eso es lo que debemos vencer. Lo peligroso para nuestra salvación no es el mal que nos hacen los demás, sino nuestra reacción ante él. Como siempre, necesitamos parecernos más a Cristo. Él ni siquiera tuvo que crearse una imagen del enemigo. Era evidente quién lo condenó, quién lo torturó y quién lo mató. Él pudo mirar a esas personas a los ojos. Pero sabía quién era el verdadero responsable de su sufrimiento. Por eso pudo decir: “Padre, perdónalos” (Lucas 23:34) y por eso venció a su –a nuestro– enemigo, el mal.


Impulso de un Servicio Divino del Apóstol Mayor

 

Noviembre 2022