La misión de la Iglesia Nueva Apostólica dice:

“Ir hacia todas las personas para enseñarles el Evangelio de Jesucristo y bautizarlas con agua y con el Espíritu Santo. Ofrecer asistencia espiritual y cultivar una estrecha comunión en la cual cada uno experimente el amor de Dios y la alegría de servir a él y a los demás”.

Básicamente, todos los cristianos son llamados por el Evangelio a confesar a Jesucristo como su Señor y Salvador. Ya a través de su propia conducta en la vida, pero también en sus conversaciones, los verdaderos cristianos se esforzarán por expresar en su entorno su vinculación con Jesucristo. No impondrán su fe a nadie, pero tampoco la ocultarán.

En particular, los portadores de ministerio nuevoapostólicos son llamados a ser un ejemplo de su fe en su entorno personal a través de sus palabras y sus obras. Deben preocuparse, en la medida de lo posible, por conducir a las personas hacia Dios e informarles su propia convicción de fe. Además, los portadores de ministerio apoyan y promueven los esfuerzos de los miembros de la comunidad para implementar la misión.