El Catecismo de la Iglesia Nueva Apostólica

1.1.1 Dios se revela como Creador

La automanifestación de Dios en la creación visible está al alcance de todos los hombres. Desde el comienzo de los tiempos, el hombre ha percibido la sublimidad de la naturaleza y se ha preguntado sobre sus orígenes y su Creador. El meditar sobre esta pregunta debería llevar a creer que Dios es el Creador y Preservador del mundo material, que también incluye a la humanidad.

El mundo material es la expresión de la voluntad y el obrar divinos, también en él puede reconocerse una automanifestación de Dios. La creación visible da testimonio de la existencia de Dios, el Creador, así como de su sabiduría y potestad: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos" (Sal. 19:1).

El Apóstol Pablo señala que Dios se revela en su creación y que todos los hombres podrían reconocerlo: “Lo que de Dios se conoce les es manifiesto [a los gentiles que no creen en Dios], pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa" (Ro. 1:19-20).

Los no creyentes no reconocen que Dios se revela a través de la creación visible y por ello sacan conclusiones falsas de esta automanifestación de Dios, adorando a lo que Dios ha creado. Así, la gloria de la que sólo es merecedor el Creador se la dan a aquello que Él ha creado, convirtiéndolo en ídolos. Por esta razón, en el Libro de la Sabiduría de Salomón se critica la idolatría: “[Dios] es el Maestro de todo lo hermoso y todo lo ha creado. Del modo en que [los idólatras] se maravillaron del poder y la fuerza [de los bienes visibles] habían de considerar, cuánto más poderoso es aquél que ha preparado todo. Pues por la grandeza y la hermosura de las criaturas, se puede reconocer la imagen del Creador" (La Sabiduría de Salomón 13:3-5).

Aunque el hombre reconozca la sublimidad y las maravillas de la creación natural, esto no necesariamente resulta en que él, por sí mismo, las relacione con el Dios viviente. Más aún, a partir del fenómeno de la creación puede sacar como conclusión únicamente la existencia del Dios viviente. Recién en relación con la automanifestación de Dios en la historia, es decir, por su palabra dirigida a los hombres, Dios puede ser percibido por el hombre en su naturaleza y su voluntad.