El Catecismo de la Iglesia Nueva Apostólica

3.5.1.1 El Espíritu Santo en unidad con el Padre y el Hijo

La Confesión de fe de Nicea-Constantinopla (ver 2.2.2) dice que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo. Conforme a las palabras de Jesús, el Padre y el Hijo son enviadores del Espíritu Santo en igual medida: “Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí" (Jn. 15:26). El Espíritu Santo procede del Padre (Jn. 14:26) y es enviado por el Hijo, es decir, procede también del Hijo (Jn. 16:7). Por ende, el Espíritu Santo es tanto el Espíritu del Padre como el Espíritu del Hijo. Esto también está expresado en las palabras de Jesús: “Él [el Espíritu Santo] me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío" (Jn. 16:14-15).

Entonces, se entenderá qué es el Espíritu Santo sólo en términos de su consustancialidad con el Padre y el Hijo. Como el Padre y el Hijo, el Espíritu Santo es “Dios verdadero de Dios verdadero". No fue creado, y es de la misma naturaleza que el Padre y el Hijo, y, como ellos, es eterno.