El Catecismo de la Iglesia Nueva Apostólica

12.1.5.1 Enseñanza de los Apóstoles

Jesús, quien en Hebreos 3:1 es calificado como “el Apóstol de nuestra profesión", dijo: “Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió" (Jn. 7:16). Él, el Enviado de su Padre, envía por su parte a los Apóstoles y les da el siguiente encargo: “Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado" (Mt. 28:20).

Los Apóstoles son llamados y consagrados como siervos de Cristo para predicar el Evangelio y alentar la obediencia a la fe (Ro. 1,1.5); los portadores de ministerio que están activos en su encargo, también proclaman la doctrina de Jesucristo en las comunidades.

La palabra de la prédica impulsada por el Espíritu Santo sirve para fortalecer la fe, fomentar el reconocimiento, transmitir consolación, exhortar para obrar según la medida del Evangelio y mantener viva la espera del pronto retorno de Cristo. De esa manera, los creyentes experimentan el cumplimiento de la promesa de Jesús: “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber" (Jn. 16:13-14). La prédica impulsada por el Espíritu se destaca por glorificar a Cristo como Salvador y Redentor.