La Iglesia Nueva Apostólica de la A a la Z

Vida después de la muerte

El cuerpo del hombre es mortal, el alma y el espíritu son inmortales. Después de la muerte del cuerpo, el hombre sigue viviendo como una unidad de alma y espíritu. Lo que hace a su persona no queda eliminado con la muerte. De allí en más su personalidad se expresa a través del espíritu y el alma.

Durante la resurrección de los muertos, el espíritu y el alma serán unidos con un cuerpo de resurrección.

 

Vida, comienzo y final

La vida humana comienza con la fecundación y finaliza con la muerte cerebral. Debe protegerse y no puede terminarse con ella activamente. El momento de la infusión del alma y el instante en el que el alma deja al cuerpo no pueden ser determinados con precisión. Para proteger la vida humana, la Iglesia parte de la base de que la infusión del alma tiene lugar en el momento de la fecundación y que la vida con alma finaliza con la muerte cerebral.

 

Violencia sexual

El problema de la violencia sexual atraviesa todos los estratos de la población y, por lo tanto, también se encuentra en la Iglesia Nueva Apostólica. Entre los miembros de la Iglesia también podrían encontrarse perpetradores y víctimas. La prevención de la violencia sexual es una tarea de toda la sociedad y la Iglesia Nueva Apostólica también asume esta tarea. Se dispone de medidas preventivas para este fin.

La protección y la asistencia a las víctimas tienen una alta prioridad en la Iglesia Nueva Apostólica. En el marco de la ayuda a las víctimas, la Iglesia Nueva Apostólica ha creado, por un lado, comités de expertos que se activan y ofrecen ayuda cuando se conocen incidentes relevantes en la Iglesia y, por otro lado, llama la atención sobre ofrecimientos de ayuda de las autoridades e instituciones especializadas.

 

Visión y misión

La visión: Una Iglesia en la cual personas llenas del Espíritu Santo y de amor a Dios, se sientan bien y orienten su vida en el Evangelio de Jesucristo, preparándose para su retorno y la vida eterna.

La misión: Ir hacia todas las personas para enseñarles el Evangelio de Jesucristo y bautizarlas con agua y con el Espíritu Santo. Ofrecer asistencia espiritual y cultivar una estrecha comunión en la cual cada uno experimente el amor de Dios y la alegría de servir a Él y a los demás.