La Iglesia Nueva Apostólica de la A a la Z

Pecado original

El pecado original significa el estado de separación del hombre de Dios, es decir, su distanciamiento de Dios a consecuencia de la caída en el pecado. Desde la caída en el pecado, el pecado pesa en cada ser humano (cf. Génesis 3:20; Salmos 51:7; Romanos 5:12 y 18-19). Esto significa que todo hombre es pecador aun antes de poder actuar o pensar.

 

Posición frente al Estado

La Iglesia Nueva Apostólica valora las relaciones francas y constructivas con los gobiernos y las autoridades. Adopta una postura neutral frente a los partidos políticos. En su actividad se orienta por las leyes vigentes en el respectivo país, de acuerdo con Romanos 13:1: “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas”. Esto presupone que el poder del Estado puede medirse en los mandamientos divinos. La Iglesia cumple con sus deberes dentro de las leyes y disposiciones del respectivo país; por su parte, espera que su posición sea respetada y reconocida.

 

Pecado

Pecado es todo lo que se opone a la voluntad de Dios y va en contra del ser de Dios, es decir todas las palabras, los actos y los pensamientos dirigidos en contra de la voluntad y del ser de Dios. También es un pecado cuando no se hace lo bueno intencionalmente (cf. Santiago 4:17). Con cada pecado el hombre carga sobre sí culpa frente a Dios. El pecado es absoluto, o sea que no puede ser relativizado. Separa de Dios.

Por el contrario, podemos suponer que Dios, en su justicia y misericordia, evalúa de manera diferente la culpa que se carga ante Él por cometer un pecado.

 

Padre Nuestro

En el Servicio Divino, el Padre Nuestro se ora según el texto del Evangelio de Mateo:

“Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén”.