El Catecismo de la Iglesia Nueva Apostólica

8.3.3 La unción de Jesús con el Espíritu Santo

Como los otros dos Sacramentos, también el Santo Sellamiento tiene su fundamento en la vida y obra de Jesucristo. Sobre Él, el Hijo del Hombre, dice en Juan 6:27, que “a éste señaló Dios el Padre".

Después del Bautismo de Jesús en el Jordán, Juan el Bautista testifica: “Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él". Esta fue la señal prometida por Dios al Bautista para reconocer a aquel “que bautiza con el Espíritu Santo [...] Este es el Hijo de Dios" (Jn. 1:29-34).

Este hecho también está descripto en Mateo 3,16: “Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él". El Espíritu Santo descendió sobre Jesús luego de realizado el Bautismo; se pueden observar entonces dos actos diferentes.

El Espíritu Santo y la voz de Dios proclaman que Jesús es el Hijo de Dios. La unción de Jesús con Espíritu Santo es la legitimación de su mesianidad, y al mismo tiempo es una referencia al posterior Sacramento.

Sobre ambos hechos (Bautismo con Agua y unción con Espíritu Santo) se fundamenta la interpretación sobre la relación entre Santo Bautismo con Agua y Santo Sellamiento. Ambos van juntos, están mutuamente relacionados, y no obstante son dos Sacramentos que se distinguen uno del otro.

Hechos 10:37-38 destaca que el Santo Sellamiento tiene como modelo la unción de Jesús: “Vosotros sabéis lo que se divulgó por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que predicó Juan: cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret".