El Catecismo de la Iglesia Nueva Apostólica

4.2.1.4 Razón

La razón es un don de Dios que distingue al hombre de todas las demás criaturas como imagen de Dios. Le ayuda particularmente en la conformación de su existencia y en la concepción de su entorno.

La razón se evidencia en que el hombre, al utilizar su entendimiento y sus conocimientos, piensa y actúa. De esa manera, a sabiendas o no, es responsable ante Dios y ante sí mismo (ver 4.2.1.3). El hombre es capaz de reconocer hechos e investigar sus causas. Se reconoce a sí mismo como individuo y se ve en su relación con el mundo. En definitiva, la razón es una dádiva de Dios para el hombre, la cual lo puede guiar hacia una conducta correcta: “Les dio [a los hombres] razón, idioma, ojos, oídos y entendimiento para pensar" (Sirach 17:5).

El hombre ha recibido de Dios el encargo de “sojuzgar la tierra" (Gn. 1:28). En su afán por saber quiere que todo lo que hay en la creación le sea accesible y útil. Si esto lo hace con responsabilidad ante Dios y la creación, el hombre actúa con inteligencia, conforme al don recibido de Dios.

En la Biblia, la razón también es designada con el concepto “sabiduría". Entendida como la capacidad para reconocer, se la atribuye al obrar de Dios. “Porque Él [Dios] me ha dado el reconocimiento certero de todas las cosas, para que yo supiera cómo ha sido creada la tierra, y la fuerza de los elementos" (La Sabiduría de Salomón 7:17). El Apóstol Pablo también utiliza para “razón" el concepto de “sabiduría humana". Esta le transmite al hombre el intelecto, a través del cual busca ahondar en los misterios divinos (1 Co. 1:21). Si el hombre se elevase por sobre los preceptos divinos, y por ende, por sobre Dios mismo, desestimando la sabiduría divina como una locura, esto significaría en definitiva que la razón estaría desestimando la fe (1 Co. 2:1-16). De esa manera el hombre perdería, al fin y al cabo, el sentido de su vida. Tal tendencia puede ser reconocida claramente en muchos ámbitos del mundo industrializado, a partir de la Ilustración. Se puede ver siempre allí donde el afán de saber no está subordinado a la responsabilidad frente a Dios y a la creación.

Así, la razón humana siempre es imperfecta por causa del pecado. Desde la perspectiva de la fe, una actitud que defina a la razón como el parámetro de todas las cosas, es puesta en evidencia como una locura: “Pues está escrito: `Destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé el entendimiento de los entendidos´. ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo?" (1 Co. 1:19-20).

No es posible para la razón humana en su finitud, concebir a Dios en su infinitud. Su obrar va más allá de toda razón humana. Por eso el hombre debe ser siempre consciente de que jamás logrará con su razón sondear por completo en lo divino (Ro. 11:33).

Aunque la razón no puede ser el parámetro de todas las cosas, es necesaria, por ejemplo, para reconocer las coherencias del Evangelio y para poder aceptar y entender palabras e imágenes de la Sagrada Escritura. Asimismo la necesitamos para profesar la doctrina de Jesús delante de los hombres. La razón es un don divino, pero no el mayor de todos los bienes (Fil. 4:7). Por lo tanto, no se la puede tomar como el único parámetro.

Siempre que la razón es tentada a levantarse en contra de lo divino, el individuo debe ser consciente de que no está aplicando correctamente el don de la razón, sino que le falta responsabilidad ante Dios. Por la fe, el creyente se sabe comprometido a luchar en contra de tal arrogancia: “Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo" (2 Co. 10:5).

EXTRACTO

La razón se evidencia en que el hombre, al utilizar su entendimiento y sus conocimientos, piensa y actúa. De esa manera, a sabiendas o no, es responsable ante Dios, ante sí mismo (conciencia) y ante la creación. (4.2.1.4)

La razón es una dádiva de Dios para el hombre, la cual lo puede guiar hacia una conducta correcta. (4.2.1.4)

No es posible para la razón humana en su finitud, concebir a Dios en su infinitud. El obrar de Dios va más allá de toda razón humana. (4.2.1.4)

Aunque la razón no puede ser el parámetro de todas las cosas, es necesaria para poder entender y reconocer las coherencias del Evangelio. (4.2.1.4)