El Catecismo de la Iglesia Nueva Apostólica

9.4 El más allá

El concepto “más allá" se refiere en general a todos los ámbitos, procesos y condiciones que se hallan fuera del mundo material. En sentido más restringido, hace referencia al reino de los muertos (en hebr.: “Seol", en gr.: “Hades"). Con este significado será utilizado este término a continuación. Así, el más allá con los muertos es básicamente invisible para los seres humanos. No obstante, los difuntos en algunos casos se pueden mostrar. Establecer contacto con los difuntos mediante necromancia o consultando a los muertos está prohibido por Dios, y por lo tanto, constituye pecado (Dt. 18:10-11).

El Antiguo Testamento describe el reino de los muertos como un lugar predominantemente oscuro (Job 10:21-22), en el cual los muertos se encuentran privados totalmente de alegría (Sal. 88:10-12; 115:17). Pero allí también resuena desde la oscuridad una nota de esperanza de redención (Sal. 23:4; 49:15).

En la parábola del hombre rico y el pobre Lázaro, Jesucristo se refiere al seno de Abraham, símbolo de seguridad (Lc. 16:19-31). De esta parábola aún podemos deducir lo siguiente:

  • Después de la muerte física, el alma del hombre sigue viviendo en el reino de los muertos, reteniendo su personalidad.

  • En el reino de los muertos hay un lugar de seguridad, así como un dominio de tormento, separados uno del otro.

  • El lugar donde está el alma del hombre después de la muerte, depende de su conducta frente a la voluntad de Dios durante su tiempo de vida.

  • El difunto puede ser consciente de su condición. El que padece, espera ayuda.

Además, la parábola hace referencia a la resurección de Jesús, y por ende también a su muerte en sacrificio y a la posibilidad de redención basada en ella. Muestra simbólicamente las condiciones del más allá en tiempos del antiguo pacto: la sima entre el lugar de tormento y el lugar de seguridad era infranqueable en ese tiempo.

Con su mérito, Cristo, la “primicia de la resurrección" (1 Co. 15:23), venció al diablo y derrotó a la muerte (1 Co. 15:55; He. 2:14). Él también hizo accesible a las almas del más allá una posibilidad hasta entonces inimaginable para llegar a estar cerca de Dios: la sima entre el lugar de tormento y el lugar de seguridad ahora puede ser franqueada.