El Catecismo de la Iglesia Nueva Apostólica

5.3.9.4 El falso testimonio hoy: prohibición de la mentira y el engaño

Todo falso testimonio equivale a una mentira. En un sentido más amplio, el octavo mandamiento puede ser interpretado como prohibición de cualquier acto que no se corresponda con la verdad (Lv. 19:11). Debido a la imperfección humana, nadie es capaz de que todo lo que hable sea exclusivamente verdad, pero cuanto más consecuente sea el hombre en el seguimiento de Cristo, tanto más sus palabras y sus actos responderán a la verdad.

El Apóstol Pablo aconseja: “Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros" (Ef. 4:25). Hablar la verdad con el prójimo no significa que cada uno en cada caso pueda o deba echar en cara a sus semejantes las verdades desagradables. Si alguien divulgara sin consideración alguna todas las faltas que se cometen a su alrededor, podría causar mucho daño. El octavo mandamiento también está ligado con el principio del amor al prójimo. Por lo tanto, se debe tener mucho cuidado en cómo se habla con otros y de otros. En Proverbios 6:19 dice explícitamente que “el testigo falso que habla mentiras" es aborrecido por Dios, al igual que “el que siembra discordia entre hermanos".