El Catecismo de la Iglesia Nueva Apostólica

3.5.1 El Espíritu Santo como persona divina

Dios se ha revelado a la humanidad desde el comienzo (ver sección 1). Ya durante la creación, Dios habla y actúa como persona. Ser persona es parte de la naturaleza de Dios (ver 3.2.4) y se manifiesta en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo. Como el Padre y el Hijo, el Espíritu Santo habla y gobierna, uno se puede dirigir a Él y se lo puede alabar; también Él es “Señor" (2 Co. 3:17).

El Espíritu Santo posee majestuosidad divina. Esto surge de la indicación del Apóstol Pedro de Hechos 5:3-4 que dice que mentirle al Espíritu Santo es mentirle a Dios. El hecho de que el Espíritu Santo es persona queda claro cuando envía hombres para anunciar el Evangelio (Hch. 13:4), cuando se comunica con el espíritu humano (Ro. 8:16) y cuando intercede por aquellos que oran a Dios (Ro. 8:26).

La actividad del Espíritu Santo se evidencia

  • en la encarnación de Jesucristo,

  • en las revelaciones divinas del pasado y del presente,

  • en el envío y obrar de los Apóstoles,

  • en los Sacramentos,

  • en la palabra de la prédica, especialmente en mantener viva la promesa de que Jesucristo vendrá nuevamente.