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El Catecismo de la Iglesia Nueva Apostólica
3.1.8 Dios, el Perfecto
Dios es perfecto. Él no necesita mejorar, cambiar o seguir desarrollándose en nada. Él es inmutable y está libre de toda condición y presión. Sus obras no acontecen a raíz de una necesidad exterior, sino tan sólo por su voluntad enteramente soberana.
Dios se dio a conocer a Moisés como quien es completamente idéntico consigo mismo y perfecto: “Yo soy el que soy" (Ex. 3:14).
La perfección y la bondad de Dios están estrechamente relacionadas: todo lo que acontece en Dios, todo lo que procede de Él o es creado por Él, es perfecto y está bien hecho. La perfección de Dios también puede verse en que entre la voluntad y la acción, entre el propósito y la realización no hay diferencia alguna. En Dios tampoco se encuentra algo que pudiese estar malogrado o imperfecto. La creación es parte de la perfección y la bondad de Dios, por eso Dios encuentra que todo lo que había hecho era “bueno en gran manera" (Gn. 1:31).
La verdad también forma parte de la perfección de Dios. En Dios no se halla mentira, engaño o inseguridad. “La suma de tu palabra es verdad" (Sal. 119:160). La palabra divina es digna de confianza, Dios se atiene a sus promesas y es fiel.
La verdad de Dios se corresponde con la sabiduría. Dios reina y llena con esta toda la creación: “Se expande poderosa de un extremo a otro y todo lo dispone provechosamente" (La Sabiduría de Salomón 8:1).
La perfección de Dios se experimenta directamente en Jesucristo, “el autor y consumador de la fe" (He. 12:2), pues Él es perfecto en sus palabras y obras. Jesucristo es el Ejemplo y el Maestro de la perfección a la que debe aspirar el hombre (Fil. 2:5).
“La meta", “el premio del supremo llamamiento de Dios" (Fil. 3:12-16) – es decir, la perfección – es de naturaleza escatológica. Es verdad que el hombre en sus pecados puede aspirar a la perfección, pero no alcanzarla. Por ser aceptado en el retorno de Cristo y tomar parte en la nueva creación, Dios regala finalmente al hombre una amplia participación en su perfección.
EXTRACTO
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son un solo Dios que existe, crea, obra y sustenta desde el principio. (3)
Dios, en su naturaleza y obrar, no es concebible para el entendimiento humano. El acceso a Él solamente es posible por la fe. (3.1)
El Dios uno es el Trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo. No hacemos referencia a tres dioses diferentes, sino a tres personas (hipóstasis), que constituyen en Dios uno. (3.1.1)
La fe en un solo Dios (monoteísmo) forma parte de las confesiones fundamentales del Antiguo y del Nuevo Testamento. Esto está arraigado en la fe cristiana desde las primeras comunidades apostólicas hasta la actualidad. (3.1.2)
La santidad, que alude a lo majestuoso, sagrado y alejado de lo profano, forma parte de la naturaleza de Dios, de su ser y su obrar. Su palabra y su voluntad son igualmente santas. (3.1.3)
Dios puede hacer todo, para Él no hay ninguna clase de limitaciones. La omnipotencia de Dios incluye la omnisciencia y la omnipresencia. (3.1.4)
Dios no tiene principio ni fin. La eternidad de Dios es infinita, no obstante no es una intemporalidad. Él es el Creador del tiempo y está por encima de todas las dimensiones del tiempo. Ante Él el pasado, el presente y el futuro están igualmente presentes. (3.1.5)
Dios es el amor (
Dios es el Misericordioso y el Justo. Su misericordia también se demuestra en que perdona los pecados. Concede al pecador justicia a través de Jesucristo. (3.1.7)
Dios es el Perfecto. Sus obras y caminos no tienen imperfección. Sus obras acontecen tan sólo por su voluntad enteramente soberana. Dios se atiene a sus promesas y es fiel. La perfección de Dios se experimenta directamente en Jesucristo. (3.1.8)