El Catecismo de la Iglesia Nueva Apostólica

13.1.2 Jesús enseña a orar

A través de Jesucristo cambió básicamente la relación del hombre con Dios. Sobre el fundamento de esta nueva relación con Dios, el Señor enseña una forma de orar antes desconocida: es por un lado, la oración del hijo que habla con Dios como su Padre lleno de amor (Mt. 6:9), y por el otro, la oración “en espíritu y en verdad" (Jn. 4:24).

Sus discípulos eran judíos creyentes; por eso, aunque la oración les era familiar, quisieron aprender a orar así como Jesús. Uno de sus discípulos le pidió: “Señor, enséñanos a orar" (Lc. 11:1). Entonces Jesús pronunció la oración del “Padre Nuestro" (ver 12.1.7).

El Sermón del Monte contiene algunas indicaciones sobre la oración (Mt. 6:5-8): cuando uno ora, no hay que hacerlo para ser visto y además, que no sean muchas palabras, pues “vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotres le pidáis". La oración, antes bien, debe venir del corazón.

En tres parábolas, Jesús destacó aspectos importantes de la forma de orar: en la parábola del amigo que pedía, destacó que una oración fervorosa surte efecto (Lc. 11:5-10). La parábola de la viuda que rogaba, exhorta a orar con perseverancia y paciencia (Lc. 18:1-8). Con la parábola del fariseo y el publicano, mostró la importancia de la humildad al orar (Lc. 18:10-14).

Una indicación del Señor para orar en vista de su retorno, se halla en Lucas 21:36: “Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre". Así, la oración también está vinculada con velar mientras se espera la venida del Señor.