El Catecismo de la Iglesia Nueva Apostólica

4.7 Las funciones de la ley

En general se entiende por ley las disposiciones y reglas provistas por una instancia superior aplicables en forma obligatoria a todos los que viven en el área de dominio de esa autoridad. La ley define derechos y obligaciones.

Dios, el supremo Soberano, está por encima de todo aquel que legisla. Las leyes no escritas aplicables a todo ser humano, se llaman “leyes de la naturaleza y leyes morales" (Ro. 2:14-15). Estas dejan en claro los requerimientos éticos y morales, así como las normas según las cuales se debe conducir el hombre en su vida. En sus características básicas y sus exigencias, las leyes morales son inalterables, más allá de todos los cambios históricos y sociales. Las partes esenciales de la legislación estatal pueden provenir de las leyes morales generales. Por ejemplo, elementos importantes de las leyes morales pueden encontrarse en los Diez Mandamientos.

No obstante, no sólo existen leyes prescriptivas que imponen obligaciones a los individuos instruyéndoles cómo deben actuar, sino también leyes orientadas a la realidad de la vida. La función de estas últimas es la de proveer estructuras y establecer un orden para la vida biológica, social y política. Se experimentan en los hechos elementales de la vida humana, en la historia y en la naturaleza. Nacimiento y muerte, envejecer y morir, éxito y fracaso, también la vivencia de hechos históricos o catástrofes naturales: todas estas son facetas de cómo se pueden experimentar estas leyes.

El Antiguo Testamento supone que el hombre es justo frente a Dios cuando vive de acuerdo con las prescripciones de la ley mosaica (Dt. 6:25). En aquel tiempo, la ley mosaica regía como el orden supremo y obligatorio para los israelitas. El Evangelio, en cambio, afirma que la salvación y la justicia válidas ante Dios, provienen de la fe en el sacrificio y la resurrección de Cristo. La gracia divina está por encima de la ley.

En particular en su epístola a los Romanos, el Apóstol Pablo analiza los caminos tan disímiles que conducen a la justificación; estos caminos son la ley o la gracia. Ambos accesos diferentes condujeron en las comunidades de los orígenes del cristianismo a discusiones entre cristianos judíos y cristianos gentiles. Así el Apóstol se vio impulsado a ocuparse detalladamente de esta temática.