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El Catecismo de la Iglesia Nueva Apostólica
- Índice
- 12.1.1 Generalidades sobre el Servicio Divino
- 12.1.2 El Servicio Divino en el Antiguo Testamento
- 12.1.3 El Servicio Divino en el Nuevo Testamento
- 12.1.4 Desarrollo del Servicio Divino cristiano
- 12.1.5 El Servicio Divino como un encuentro con Dios
- 12.1.6 Anuncio de la palabra
- 12.1.7 La oración del “Padre Nuestro"
- 12.1.8 El perdón de los pecados en el Servicio Divino
- 12.1.9 Dispensación de los Sacramentos en el Servicio Divino
- 12.1.10 La bendición final
- 12.1.11 Los actos de bendición en el desarrollo del Servicio Divino
- 12.1.12 Ordenación, encargo, confirmación en el ministerio, pase a descanso
- 12.1.13 El Servicio Divino para los difuntos
- 12.1.14 Música en el Servicio Divino
12.1.5 El Servicio Divino como un encuentro con Dios
Los cuatro elementos del Servicio Divino, ya existentes en la Iglesia del principio, también hoy constituyen los rasgos característicos destacados, cuando la comunidad experimenta en el altar el misterio siempre renovado de un encuentro de Dios con el hombre.
La fórmula de la introducción trinitaria: “En el nombre de Dios, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo" es la invocación de Dios y el cerciorarse de su presencia. Así se introduce cada encuentro con el Trino en el Servicio Divino y se lo finaliza con la bendición trinitaria. Esto deja en claro a cada concurrente del Servicio Divino que Dios está presente.
Si en el cielo Dios es alabado por las huestes celestiales (Is. 6:3; Ap. 4:8-11), en la tierra la comunidad reunida en el Servicio Divino glorifica y alaba al trino Dios, su gracia y su misericordia.
El Servicio Divino tiene como objetivo fortalecer la esperanza en el pronto retorno de Cristo y preparar a los creyentes para la venida del Señor. Por eso, para ellos el Servicio Divino es santo. El perderse los Servicios Divinos imprudentemente pone en riesgo el perseverar en la doctrina de los Apóstoles, la comunión, el partimiento del pan y las oraciones, así como los practicaban los primeros cristianos.
En aquel que se ausente con frecuencia del Servicio Divino sin un motivo fundado, puede desaparecer el deseo de recibir el Sacramento y la palabra impulsada por el Espíritu. Tampoco recibirá las fuerzas provenientes de la Santa Cena, los pecados no le serán perdonados y se perderá la bendición vinculada con el Servicio Divino.
El que niega a Dios la reverencia que le corresponde, rechazando conscientemente el Servicio Divino y la gracia ofrecida en él o bien restándole valor, cargará sobre sí el pecado, y más aún, asistiendo o no al Servicio Divino.