El Catecismo de la Iglesia Nueva Apostólica

3.4.1 El Hijo unigénito de Dios

La afirmación de que Jesucristo es el unigénito Hijo del Padre (Jn. 1:14), se vuelve a encontrar en el 2º artículo de la fe: “Yo creo en Jesucristo, el unigénito Hijo de Dios". Esto significa que Jesucristo es, en forma incomparable y única, el Hijo de Dios. En este sentido, “unigénito" quiere decir que ha sido engendrado por el Padre y no hecho. “Él es [...] el primogénito de toda creación" (Col. 1:15). El Hijo de Dios ha estado junto al Padre desde antes de toda creación (preexistencia).

Juan 3:16 describe a Jesús como el “Hijo unigénito“ de Dios. Él es quien puede dar testimonio auténtico del Padre. En Juan 1:18 esto está expresado de la siguiente manera: “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer".

El Hijo de Dios no es una criatura como el hombre, tampoco se lo puede comparar con los ángeles, que tienen un comienzo. Él no tiene principio ni fin, es consustancial con el Padre, justamente “unigénito", engendrado eternamente. El concepto del “engendramiento" es usado en Hebreos 1:5 haciendo referencia a Salmos 2:7 para expresar la relación única existente entre el Padre y el Hijo.