El Catecismo de la Iglesia Nueva Apostólica

3.4.11 La resurrección de Jesucristo

La resurrección de Jesucristo es la obra del trino Dios que aconteció de una manera que nunca antes había sucedido:

  • Por un lado, aquí se revela el poder de Dios, el Padre. Él resucitó a Jesús de los muertos (Hch. 5:30-32).

  • Por otro lado, se cumplen las palabras de Dios, el Hijo: “Tengo poder para ponerla [mi vida], y tengo poder para volverla a tomar" (Jn. 10:18).

  • Finalmente, se da testimonio del obrar de Dios, el Espíritu Santo: “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros" (Ro. 8:11).

Jesucristo resucitó sin que ningún ser humano haya sido testigo ocular de este hecho. Sin embargo, la Sagrada Escritura informa de muchos testimonios sobre la resurrección del Hijo de Dios. Uno de ellos es la sepultura vacía, de la cual testifican los discípulos y discípulas. Otros testimonios son las diferentes apariciones del Señor en los cuarenta días entre su resurrección y su ascensión. La resurrección de Jesucristo no es la expresión de un deseo de sus seguidores en un intento de que sucesivas generaciones crean en un milagro, ni es la expresión de un pensamiento mitológico. La resurrección de Cristo es una realidad histórica. Efectivamente tuvo lugar.