El Catecismo de la Iglesia Nueva Apostólica

4.6.3 La bendición de Dios en el nuevo pacto

En el nuevo pacto, la concesión de bendición divina comenzó con Jesucristo. El Señor bendijo a través de su palabra, de sus milagros, de su conducta. Él impuso sus manos en los niños, perdonó a los pecadores. Su bendición fue coronada ofreciendo su vida sin pecado en la cruz como sacrificio expiatorio para la reconciliación de la humanidad con Dios. De esa manera, Él tomó para sí la maldición que pesaba sobre los pecadores.

La bendición que hizo accesible Jesucristo se puede entender de una manera amplia. Así leemos en Efesios 1:3: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo". Esta bendición comenzó con la elección antes de la fundación del mundo (versículo 4). Además incluye la redención y el perdón de los pecados (versículo 7), lleva al conocimiento de la voluntad de Dios (versículo 9), comprende la predestinación para heredar la futura gloria (versículo 11), permite ser partícipes del Evangelio (versículo 13) y posibilita ser sellados con el don del Espíritu Santo, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención (versículos 13-14).

El creyente sabe que el haber sido escogido en Jesucristo implica que ha sido llamado para heredar bendición (1 P. 3:9). Demostrará su gratitud por la bendición de Dios llevando una vida bajo la impronta del temor de Dios, la obediencia en la fe y el altruismo.

Vinculada con la bendición también está la ofrenda (ver 13.2.4); esta es una experiencia básica en la vida cristiana.

En el Servicio Divino se hacen accesibles al creyente muchas bendiciones divinas (ver 12.1 y 12.2).

La plenitud de bendición implica la participación eterna en la gloria de Dios.

EXTRACTO

La bendición es una dedicación de Dios que nadie se puede ganar. La bendición es sinónimo del accionar salvífico de Dios a favor de la humanidad y la creación. (4.6)

Dios transmite su bendición muchas veces utilizando a los hombres enviados por Él. Nadie puede bendecirse a sí mismo. La bendición se desarrolla cuando hay fe. (4.6)

En la creación, Dios bendijo a todas las criaturas y a la vida creada le dio la ley de la multiplicación. Confió la creación al hombre y le concedió bendición. La bendición de Dios, si bien está limitada en sus efectos por la maldición del pecado, no ha sido anulada por completo. (4.6.1)

En el antiguo pacto, la bendición de Dios se manifestó ante todo en bienestar terrenal, no obstante ya tenía una dimensión que sobrepasaba ese bienestar. (4.6.2)

Jesucristo bendijo a través de su palabra y sus actos. La entrega de su vida sin pecado como sacrificio expiatorio para la reconciliación de la humanidad es la mayor bendición. (4.6.3)

En el Servicio Divino se hacen accesibles al creyente bendiciones divinas. (4.6.3)

La plenitud de bendición implica la participación eterna en la gloria de Dios. (4.6.3)