El Catecismo en preguntas y respuestas

12. Servicio Divino, actos de bendición y asistencia espiritual

El Servicio Divino es el obrar de Dios en el hombre. Al mismo tiempo es la obra del hombre para Dios.
Las personas se reúnen en el Servicio Divino para venerar juntos a Dios, alabarlo y agradecerle. También se reúnen para oír la palabra de Dios y recibir los Sacramentos.
Así, el Servicio Divino es el encuentro de Dios y el hombre. En el Servicio Divino, la comunidad percibe la presencia del trino Dios y experimenta que Dios le sirve con amor.

En tiempos del Antiguo Testamento, el Servicio Divino consistía ante todo en el servicio de las ofrendas, en el cual los sacerdotes ofrecían dádivas a Dios. Además tenían el encargo de transmitir al pueblo la bendición de Dios (cf. Números 6:22-27).
Se informa del tiempo del rey David, que en el Servicio Divino colaboraban cantores y músicos que alababan a Dios con salmos (cf. 1 Crónicas 25:6).
En el tiempo del cautiverio babilónico (597 a.C. a 539 a.C.), los judíos creyentes se reunían en casas construidas a tal efecto, las sinagogas, para orar juntos, leer la Sagrada Escritura e interpretarla. Este es el origen de la forma cristiana del Servicio Divino.

No nos ha sido transmitido cuál era el desarrollo exacto del Servicio Divino en las primeras comunidades cristianas. Lo constituían el anuncio del Evangelio, confesiones de la comunidad, oraciones conjuntas, cantos y el festejo de la Santa Cena.

El Servicio Divino cristiano tuvo por siglos un carácter litúrgico. Esto significa que estaba dirigido principalmente a rituales, es decir a determinadas palabras y cantos.
Esto cambió después de la Reforma en muchas comunidades de la Iglesia. La prédica pasó a ocupar el lugar central. A esta tradición se sujeta el Servicio Divino en la Iglesia Nueva Apostólica, cuya prédica es de carácter libre.

Prédica, anuncio de la palabra: ver preguntas 623. ss. Reforma: ver preguntas 595. ss.

Sí, al comienzo del Servicio Divino Dios es invocado con las palabras: “En el nombre de Dios, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”. Esta invocación de Dios es llamada la “fórmula de introducción trinitaria”. Deja en claro a cada concurrente del Servicio Divino que Dios está presente, así como prometió el Hijo de Dios (cf. Mateo 18:20).

Se atestigua de los primeros cristianos de Jerusalén: “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hechos 2:42). De esto podemos deducir cuáles son los elementos básicos del Servicio Divino: la doctrina de los Apóstoles, la comunión, el partimiento del pan y las oraciones.

La “doctrina de los Apóstoles” se refiere a que los Apóstoles proclaman la doctrina de Jesucristo, es decir el Evangelio de la muerte, resurrección y el retorno del Hijo de Dios. Esta doctrina también es anunciada por los siervos activos en el Servicio Divino, quienes lo realizan por encargo del Apóstol.

El “partimiento del pan” es el festejo de la Santa Cena. Es el acontecimiento central del Servicio Divino, que se celebra agradeciendo por el sacrificio de Jesús.

Santa Cena: ver preguntas 494. ss.

“Comunión” en el Servicio Divino significa experimentar el cumplimiento de las palabras de Jesucristo: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18:20).
“Comunión” en el Servicio Divino además significa que los creyentes veneran juntos a Dios y le ofrecen alabanza y agradecimiento. Están en comunión los unos con los otros.

La oración es un componente imprescindible del Servicio Divino.
En el Servicio Divino, la comunidad se une en las oraciones del siervo oficiante. Se manifiesta en ellas adoración, agradecimiento, intercesión y petición.
Antes del perdón de los pecados, se pronuncia en conjunto la oración del “Padre Nuestro”. Después de recibir la Santa Cena, el creyente agradece a Dios en una oración que realiza en silencio.

En el Servicio Divino es anunciada la palabra de Dios. Los siervos pronuncian los pensamientos que el Espíritu Santo despierta en ellos. Esto se llama “anuncio de la palabra” o “prédica”.
En el Servicio Divino nuevoapostólico, la prédica no es un texto predeterminado. Se basa en una palabra de la Biblia que el siervo desarrolla hablando libremente.

Ya que la prédica es despertada por Dios, los oyentes experimentan que la palabra pronunciada es “viva”, o sea que

  • brinda respuesta a temas acerca de la vida y la fe,
  • fortalece la fe,
  • brinda consuelo,
  • transmite confianza,
  • brinda ayuda para tomar decisiones y también advierte.

La palabra del altar ofrece orientación para vivir conforme a la voluntad de Dios.
La prédica es “alimento” para el alma según las palabras de Jesús: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4).

Los Apóstoles y los portadores de ministerio autorizados por ellos son quienes están convocados para anunciar la palabra de Dios en el Servicio Divino.

El contenido principal de la prédica es el Evangelio de Jesucristo, el alegre mensaje de que Jesús ha ofrecido el sacrificio, ha resucitado y que vendrá otra vez.
El Espíritu Santo habla a través del portador de ministerio, despertando y fortaleciendo la fe. El anuncio de la palabra siempre tiene por objetivo preparar a la comunidad para la venida de Jesucristo (cf. 2 Corintios 11:2).

Toda persona que anuncia la palabra de Dios es pecadora; tiene errores y comete errores. Sin embargo, el ministerio que porta es dado por Dios y por lo tanto es santo. Cuando una persona imperfecta anuncia la palabra de Dios, puede contener errores. A pesar de ello, Dios coloca fuerzas en las palabras que pronuncia el hombre.
También el oyente es pecador; tiene errores y comete errores. Por eso no quedan excluidos en él los errores de comprensión de lo oído. Mas si acepta la palabra con fe, a pesar de las imperfecciones y los errores humanos podrá recibir en su alma las fuerzas divinas que contiene la prédica.

Antes de la prédica los oyentes deben orar para que el Señor les brinde fortaleza y paz a través de la palabra. Deben aceptar la palabra con fe y tienen la tarea de hacerla efectiva en su vida cotidiana –en pensamientos, palabras y obras–.También los convoca al seguimiento a Cristo.

El siervo oficiante introduce a los oyentes en el perdón de los pecados y el festejo de la Santa Cena expresando palabras alusivas. Como preparación directa para ese momento se entona un canto en conjunto, en el cual la comunidad expresa la confesión de su pecaminosidad y la necesidad de recibir ayuda.

La oración que Jesús enseñó es el “Padre Nuestro”. Es la única oración que los creyentes pronuncian todos juntos en el Servicio Divino con un texto establecido.
Nos ha sido transmitida en una versión de cinco peticiones (cf. Lucas 11:2-4) y en una versión más detallada conteniendo siete peticiones (cf. Mateo 6:9-13).

En el Servicio Divino, el Padre Nuestro se ora según el texto del Evangelio de Mateo:
“Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino.
Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.
Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal;
porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos.
Amén”.

El hecho de dirigirse al “Padre nuestro” identifica a esta oración como una oración que se pronuncia en conjunto. Los que la oran se dirigen a Dios como “Padre”, expresando que Él los ha creado, que Él es su Señor y que se ocupa de ellos. Se pueden dirigir a Dios sin temor, en amor y diciéndole con confianza “Padre”.

Hijo de Dios: ver explicación de la pregunta 530.

Las palabras “en los cielos” enfatizan que Dios es más grande y sublime que todo lo terrenal y aún así, en su omnipresencia, está cerca del hombre.

Es la primera petición del Padre Nuestro. Dios es santo. Los creyentes santifican su nombre dándole toda honra y esforzándose en vivir conforme a su voluntad. Esta petición recuerda al mismo tiempo el segundo mandamiento.

El reino de Dios ha venido a los hombres en Cristo. Con la petición “Venga tu reino” se ora para que la naturaleza de Cristo pueda ser percibida cada vez más en la comunidad.
Además, con estas palabras se ora para que se manifieste el futuro reino de Dios. Este comenzará con el retorno de Cristo para buscar a su comunidad nupcial.

En el cielo, el dominio donde Dios reina, su voluntad rige ilimitadamente. La petición “Hágase tu voluntad” está orientada a que también sobre la tierra todo se realice conforme a su voluntad. Con estas palabras los creyentes también oran para que logren hacer la voluntad de Dios.

Con ello se ora por todo lo que necesita el hombre para vivir. La petición también incluye que Dios conserve la creación. En sentido figurado, la petición está dirigida a que Dios dé su palabra como “alimento” para el alma inmortal.

Por los pecados cometidos, todos los seres humanos cargan con culpa sobre sí. Con esas palabras los creyentes se profesan ante Dios como pecadores y piden por su perdón. Como Dios es misericordioso y perdona, espera que nosotros también perdonemos a quienes hayan sido injustos con nosotros. De ahí que sólo seremos perdonados si nosotros mismos somos reconciliables y estamos dispuestos a perdonar.

“Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete”
Mateo 18:21-22

Los creyentes imploran a Dios que les ayude a resistirse con todas sus fuerzas al pecado. Así también, expresan la petición de que Dios los preserve de pruebas de fe demasiado severas.

Esta petición expresa el deseo de que Dios libere del poder del maligno. Finalmente, se trata de que Dios nos conceda la redención definitiva librándonos para siempre del mal. En el Hijo de Dios es “en quien tenemos redención…, el perdón de pecados” (Colosenses 1:14).

El mal: ver preguntas 217. ss.

Estas palabras constituyen una alabanza a Dios (“doxología”), en la cual es glorificado el Todopoderoso y le es ofrecida la honra que le corresponde. La mirada se dirige a la consumación de su plan de salvación, cuando los redimidos podrán experimentar para siempre la gloria junto a Dios.

Plan de salvación: ver preguntas 243. ss.

Esta palabra proviene del hebreo y significa traducida: “¡Así sea!”. Concluye con ella el Padre Nuestro, reafirmando una vez más lo que fue dicho a Dios en esta oración.

El perdón de los pecados se anuncia inmediatamente después de orar en conjunto el Padre Nuestro.

Los Apóstoles anuncian el perdón de los pecados haciendo referencia directamente a Jesucristo: “Os anuncio el alegre mensaje: En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, el Hijo del Dios viviente, os son perdonados los pecados. ¡La paz del Resucitado sea con vosotros!. Amén”.
Los portadores de ministerios sacerdotales anuncian el perdón de los pecados refiriéndose al ministerio de Apóstol: “Por encargo de mi enviador, el Apóstol, os anuncio el alegre mensaje: En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, el Hijo del Dios viviente, os son perdonados los pecados. ¡La paz del Resucitado sea con vosotros! Amén”.

Portadores de ministerios sacerdotales: ver preguntas 415.; 508. y 661.

No, el perdón de los pecados (“Absolución”) no es un Sacramento, pero sí una condición previa para recibir dignamente los Sacramentos.

Los pecados pueden ser perdonados porque Dios –como el Dios de amor– envió a su Hijo a los hombres sobre la tierra. Por su muerte en la cruz, este ofreció el sacrificio eternamente valedero para el perdón de los pecados. Entregando voluntariamente su vida, Jesucristo quebró el poder de Satanás y venció al diablo y sus obras, es decir, al pecado y la muerte. Desde ese entonces es posible la remisión de los pecados en el hombre (cf. Mateo 26:28).
Jesús sacrificó su vida por nosotros para que nos puedan ser perdonados los pecados y no tengamos que quedar bajo el dominio del pecado.

“He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”
Juan 1:29
“Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo…”
Romanos 5:10

Es el trino Dios el que borra los pecados. El hombre, por sus propias fuerzas, no tiene la capacidad para perdonar pecados ni para ser liberado de ellos. “Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado” (Romanos 4:8).

Sí, el perdón de los pecados debe ser anunciado. Los Apóstoles anuncian el perdón de los pecados por encargo de Jesús según sus palabras: “A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos” (Juan 20:23). Ellos, por lo tanto, hacen accesible al creyente el sacrificio de Jesús. También los portadores de ministerios sacerdotales han sido autorizados por el Apóstol a poder hacerlo.

Para lograr el perdón de los pecados es necesario:

  • El hombre debe creer en Jesucristo como su Redentor (cf. Juan 8:24).
  • Además es necesaria la fe en que el perdón de los pecados es anunciado por los Apóstoles.
  • También es necesario reconocer que se ha pecado, que por eso uno se carga con culpa y está necesitado de gracia.
  • Se debe anhelar entrañablemente ser reconciliado con Dios.
  • El pecador debe arrepentirse de sus pecados y confesar ante Dios en el Padre Nuestro: “Perdónanos nuestras deudas …”.
  • Uno debe proponerse seriamente vencer las debilidades y faltas.
  • El pecador debe querer reconciliarse con aquel que le ha hecho algo y que por eso se ha vuelto culpable ante él.

“Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis”
Juan 8:24

Forma parte de reconocer que se ha pecado, el asumir las propias debilidades y faltas. Esto presupone examinarse a uno mismo.
El reconocimiento lleva a la penitencia y al arrepentimiento.

Penitencia significa reconocer que se ha obrado mal, mostrar arrepentimiento y tomar el serio propósito de vencer los errores y debilidades.
Arrepentimiento es el sentimiento de pena por injusticias cometidas, sea por un acto o una omisión. El arrepentimiento sincero también se evidencia en la voluntad de reconciliarse con el prójimo y reparar en lo posible el daño causado.

El perdón de los pecados limpia de pecados y anula la culpa existente ante Dios.
Los creyentes a quienes les han sido perdonados los pecados, reciben la paz de Jesucristo con las palabras: “¡La paz del Resucitado sea con vosotros!”. Si esta paz es recibida con fe en el corazón, hace desaparecer el temor por las consecuencias del pecado.
Independientemente del perdón de los pecados, el hombre debe hacerse cargo de las consecuencias y responsabilidades que genera su conducta pecaminosa, sean de tipo material o legal.

Sí, la blasfemia contra el Espíritu Santo es un pecado para el que no hay perdón. El Hijo de Dios dijo al respecto: “Pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno” (Marcos 3:29).

Comete blasfemia contra el Espíritu Santo quien por hostilidad o un móvil despreciable presenta consciente e intencionadamente al Espíritu Santo como demoníaco e inductor a la tentación.

Los Sacramentos del Santo Bautismo con Agua y la Santa Cena son dispensados por los Apóstoles o por portadores de ministerios sacerdotales por encargo de los Apóstoles. El Sacramento del Santo Sellamiento sólo es dispensado por Apóstoles.

El Santo Bautismo con Agua y el Santo Sellamiento son dispensados al hombre una sola vez. La Santa Cena le es dispensada reiteradamente.

Por lo general, la Santa Cena se celebra en cada Servicio Divino.
En determinadas ocasiones (por ej. casamiento, fallecimiento) se realizan “Servicios Divinos de palabras” –o sea Servicios Divinos sin festejo de la Santa Cena– (Servicio Divino de casamiento, Servicio Divino de duelo).

Sí, también los niños pueden recibir los tres Sacramentos. En lo posible, los niños participan del festejo de la Santa Cena junto con la comunidad.
Los niños reciben los Sacramentos del Santo Bautismo con Agua, el Santo Sellamiento y la Santa Cena conforme a las palabras de Jesús: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis” (Marcos 10:14).

Bautismo de niños: ver pregunta 489.

Sí, en el Servicio Divino dominical y en los días de festividades religiosas, el Apóstol Mayor, los Apóstoles de Distrito o los Apóstoles autorizados por ellos, también dispensan este Sacramento para los difuntos luego del festejo de la Santa Cena con la comunidad. Dos portadores de ministerio reciben cuerpo y sangre de Cristo en representación de los difuntos.
Tres veces por año –los primeros domingos de marzo, julio y noviembre– se ofician Servicios Divinos especiales en los cuales el Apóstol Mayor, los Apóstoles de Distrito o los Apóstoles autorizados por ellos, dispensan los tres Sacramentos para los difuntos. Estos actos también se realizan en dos portadores de ministerio en representación de los difuntos.

Ayuda para los difuntos: ver pregunta 545.

El hecho de dispensar los Sacramentos a los vivientes en representación de los difuntos, resulta de 1 Corintios 15:29: “De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por qué, pues, se bautizan por los muertos?“.

Dios acompaña al hombre con su bendición en las diferentes situaciones de la vida. Entendemos por “actos de bendición” todos aquellos actos que se realizan en la Iglesia para ocasiones determinadas. Los actos de bendición no son Sacramentos.

Sacramentos: ver preguntas 472. ss.

En un acto de bendición, Dios se vuelve a la persona que ruega con sinceridad ser bendecida. A través de los Apóstoles y los portadores de ministerios sacerdotales, Dios bendice al que lo solicita ofreciéndole ayuda, gracia y misericordia.
En un sentido más amplio, la inauguración de un edificio de una iglesia o de un lugar de reuniones para una comunidad también forma parte de los actos de bendición.

En el Servicio Divino tienen lugar los siguientes actos de bendición: Confirmación, Adopción en la Iglesia Nueva Apostólica, dispensación de la bendición de compromiso, de la bendición de casamiento y de la bendición para aniversarios de bodas. La ordenación y otros actos concernientes al ministerio espiritual también se realizan en el Servicio Divino.

La Confirmación (del latín “confirmatio”: “afirmación, ratificación”) es el acto de bendición por el cual los jóvenes cristianos se hacen cargo de las obligaciones que contrajeron por ellos los responsables de su educación en el Santo Bautismo con Agua y el Santo Sellamiento.
Los confirmantes se comprometen a permanecer fieles a Dios y se profesan públicamente, delante de la comunidad, a la fe nuevoapostólica.
A partir de la Confirmación, el cristiano de allí en más mayor de edad es responsable ante Dios de su vida de fe.

Responsables de la educación, responsabilidad en el Bautismo: ver pregunta 487. Responsables de la educación, responsabilidad en el Sellamiento: ver pregunta 527.

La primera condición para ser confirmado es haber recibido el Santo Bautismo con Agua y el Santo Sellamiento. Otras condiciones son concurrir regularmente a los Servicios Divinos y a las clases de Confirmación.
Los confirmantes deben conocer los rasgos esenciales de la fe nuevoapostólica y los artículos de la fe, y estar dispuestos a orientar su vida en el Evangelio.

La Confirmación se celebra en el Servicio Divino. En primer lugar, los confirmantes responden ante el altar la pregunta de si quieren permanecer fieles a Dios en su futuro camino de la vida como cristianos nuevoapostólicos, con un “sí”. Después de esta confesión ante Dios y la comunidad, los jóvenes cristianos dicen juntos el voto de la Confirmación. Con ello prometen públicamente aceptar a Jesucristo como su Señor y vivir en forma acorde.
A continuación, después de una oración del siervo oficiante, los confirmantes reciben la bendición, la cual les es dispensada mediante imposición de manos.

La bendición fortalece al confirmante en su aspiración por guardar el voto de la Confirmación y profesarse a Jesucristo en palabras y hechos.

El voto de la Confirmación dice así: “Yo renuncio al diablo y a todo su obrar y ser, y me entrego a ti, oh Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, en la fe, obediencia y con el serio propósito de serte fiel hasta mi fin. Amén”.
En él se menciona que el confirmante tiene la firme voluntad de evitar el mal y todo lo hostil a Dios y recorrer en forma coherente el camino del Evangelio. Se profesa a la fe en el trino Dios y para ello se conducirá toda la vida en la fe y obediencia a Dios.

La “Adopción” es el acto realizado en el Servicio Divino por el cual se les da una cordial bienvenida a la Iglesia Nueva Apostólica a cristianos de otras denominaciones.

Denominación: ver pregunta 365.

En la Adopción de cristianos, los involucrados expresan públicamente su confesión a la fe nuevoapostólica. Después de una oración son adoptados en la Iglesia Nueva Apostólica en el nombre del trino Dios. Los adoptados están autorizados para participar en forma permanente de la Santa Cena y pueden tener acceso a todos los demás actos de bendición de la Iglesia.

La bendición de compromiso es una bendición que se dispensa cuando una pareja de compromete. El compromiso representa una promesa seria de matrimonio. En este acto de bendición, la pareja anuncia ante Dios y la comunidad que quiere prepararse para el matrimonio en forma agradable a Dios. Recibe para ello la bendición de Dios.

La bendición de casamiento o bendición de boda es una bendición que se otorga después de contraer matrimonio.
Se pregunta a los cónyuges si quieren apoyarse fielmente uno al otro en todas las situaciones y recorrer juntos con amor el camino de la vida. Ambos lo prometen ante Dios y la comunidad con un “sí”. Reciben la bendición del trino Dios. Esta bendición les ayudará para poder mantener este voto, llevar con armonía la vida en común y con la asistencia de Dios dominar situaciones difíciles.

Si los matrimonios lo desean, se les dispensa la bendición para los siguientes aniversarios de bodas:

  • bodas de plata (después de 25 años)
  • bodas de rubí (después de 40 años)
  • bodas de oro (después de 50 años)
  • bodas de diamante (después de 60 años)
  • bodas de hierro (después de 65 años)
  • bodas de gracia (después de 70 años)
  • bodas de brillante (después de 75 años)

En los mismos se hace posar nuevamente la bendición de Dios sobre el pacto matrimonial y se encomiendan los cónyuges al amparo y acompañamiento de Dios.

Un edificio de una iglesia se entrega a su destino en el primer Servicio Divino. En la oración inaugural se lo consagra en el nombre del trino Dios como lugar de revelación del Espíritu Santo, es decir como lugar en el cual será anunciada la palabra de Dios y serán dispensados los Sacramentos.
La iglesia consagrada se constituye en un lugar de adoración a Dios y también un lugar de refugio para todos los hombres que buscan salvación. En ella se ofrecen consuelo y gracia divina, fortalecimiento en la fe y paz espiritual en los Servicios Divinos.

Cuando un edificio de una iglesia ya no se utilice para realizar Servicios Divinos, debe ser desconsagrado. En el último Servicio Divino se rescinde el destino del edificio de la iglesia como lugar santo del obrar divino, al que se lo entregó en su inauguración. Después de la desconsagración, la anterior iglesia pasa a ser un edificio normal que puede utilizarse para otra finalidad.

Los Sacramentos se dispensan en el Servicio Divino después del perdón de los pecados y de la oración consecutiva.
Los actos de bendición básicamente se realizan después del festejo de la Santa Cena. Ya que la Confirmación está relacionada directamente con los Sacramentos del Santo Bautismo con Agua y el Santo Sellamiento, se realiza antes del festejo de la Santa Cena. También la Adopción, ya que comprende la autorización para participar de la Santa Cena, se efectúa antes del festejo de la misma.

La ordenación –o sea la institución en un ministerio espiritual–, el encargo como dirigente de una comunidad o un distrito, la confirmación de un siervo en un ministerio y el pase a descanso de un siervo se realizan luego de la dispensación de los Sacramentos. Por lo tanto, se efectúan después del festejo de la Santa Cena.

Ordenación: ver preguntas 462. ss.

La ordenación es realizada exclusivamente por Apóstoles. Luego de una alocución del Apóstol se le pregunta a quien es ordenado, si está dispuesto a aceptar el ministerio. Además se le pregunta si quiere servir en fidelidad y obediencia a Dios, defendiendo el Evangelio de Jesucristo y si quiere ejercer el ministerio conforme a la Confesión de fe nuevoapostólica. Asimismo se le pregunta si está dispuesto a desempeñar el ministerio en el sentir de Jesucristo, con amor a los creyentes y con obediencia en la fe.
Todo esto lo promete ante Dios, quien lo convoca a servir, y ante la comunidad con un “sí”. Recibe el ministerio arrodillado por imposición de manos y oración del Apóstol.

El propósito de la música en el Servicio Divino es alabar y honrar a Dios (cf. Salmos 150). La música siempre tiene una finalidad de servicio.
Puede conmover en lo más hondo, prepara a la comunidad para el anuncio de la palabra y subraya la palabra de Dios. Por el canto de la comunidad y el coro, o bien por música instrumental, se expresan y transmiten ánimo, fuerzas y confianza. Cuando hay tristeza y aflicción, a través de la música puede experimentarse consuelo.

La música y el recogimiento antes del Servicio Divino promueven la concentración de los presentes y preparan para el anuncio de la palabra. Por el canto de la comunidad, todos los presentes están incluidos activamente en el desarrollo del Servicio Divino.
Antes del festejo de la Santa Cena, la comunidad puede manifestar sus sentimientos de arrepentimiento en un canto acorde. El canto que se entona durante el festejo de la Santa Cena expresa amor y gratitud a Dios.

Al final del Servicio Divino es dispensada la bendición del trino Dios a todos los presentes. Junto con la fórmula de la introducción trinitaria, la bendición final conforma el marco del desarrollo del Servicio Divino, denotando que todo lo que acontece en el Servicio Divino se origina en el trino Dios.

Trinitario: ver explicación de la pregunta 490.

Esta bendición es expresada a la comunidad con las palabras de 2 Corintios 13:14: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros”.

Los creyentes quieren adorar a Dios en comunión. Saben que en el Servicio Divino la prédica fortalece la fe y la esperanza en el pronto retorno de Cristo. Se dejan preparar para este acontecimiento en cada Servicio Divino. Asimismo quieren experimentar el perdón de los pecados y recibir la Santa Cena. Además, en cada Servicio Divino son bendecidos.

El que falta a los Servicios Divinos así como así, desaprovecha la bendición, la gracia y las fuerzas implícitas en la palabra de Dios y en la Santa Cena.
En aquel que se ausente con frecuencia del Servicio Divino sin un motivo fundado, puede ir desapareciendo la fe y el deseo de recibir la palabra de Dios.
Es pecado cuando uno rechaza conscientemente el Servicio Divino y la gracia o bien les resta valor.

Sí, la dispensación de la bendición prenatal siempre se realiza fuera del Servicio Divino. Por lo general, tiene lugar en el círculo de la familia.

La bendición prenatal es el primer acto visible de Dios en el ser humano antes de su nacimiento. La bendición redunda en favor del alma del niño que aún no ha nacido. Este acto de bendición se realiza en la futura madre. Por este acto, Dios fortalece a la madre para fomentar y cuidar a su hijo debidamente en la fe durante su desarrollo prenatal.
La bendición prenatal está vinculada con la asistencia de Dios para la etapa del embarazo y para el nacimiento del niño. Esto no incluye la promesa de un embarazo sin problemas o del nacimiento de un niño sano.

El Servicio Divino de duelo transmite consuelo y fortaleza a los deudos. El consuelo reside, ante todo, en la esperanza en el retorno de Cristo, en la resurrección de los muertos en Cristo vinculada con él y en la reunión con ellos (cf. 1 Tesalonicenses. 4:13-18).
La palabra proclamada en el Servicio Divino de duelo también está dirigida al alma inmortal del difunto, que es encomendada a la gracia de Dios.
La comunidad reunida para el Servicio Divino de duelo rodea a los deudos para expresarles el pésame y transmitirles sentimientos de seguridad. Además, se tributan los últimos honores al fallecido.

En un Servicio Divino de duelo se distingue adecuadamente la vida del fallecido. Su alma y su espíritu son encomendados al amor del Redentor Jesucristo con la confortación y bendición de que los quiera proteger para la resurrección para vida eterna. El cuerpo pasajero ya sin alma es entregado a su destino.

“Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás”
Génesis 3:19

Si se le da o no sepultura al cuerpo y de qué manera se hace, carece de importancia para la resurrección de los muertos.

En los informes sobre la conducta de Jesús se puede reconocer qué significa la asistencia espiritual: Él se dirigía a los pecadores sin acepción de la persona y les hacía sentir su amor. Él oía a los demás, ayudaba, consolaba, aconsejaba, exhortaba, fortalecía, oraba y enseñaba.

La asistencia espiritual que brindan los portadores de ministerio tiene como objetivo ayudar a los creyentes y prepararlos para el retorno de Cristo. Los asistentes espirituales acompañan a los hermanos en la fe en las más diferentes situaciones de la vida. De esto también forma parte orar por ellos.
A todo cristiano nuevoapostólico le es ofrecida asistencia espiritual personal. La misma se realiza ante todo en las visitas de los portadores de ministerios sacerdotales (asistentes espirituales). Las visitas de asistencia espiritual también pueden estar a cargo de los Diáconos.

Lo primordial en las visitas de asistencia espiritual es profundizar el amor a Dios y su Obra, fomentar la vida de fe e intensificar el reconocimiento del obrar salvífico de Dios. Esto se realiza principalmente mediante un intercambio de pensamientos sobre temas relacionados con la fe. La oración conjunta forma parte de la visita de la asistencia espiritual. En casos de enfermedad, el cristiano nuevoapostólico recibe atención por medio de visitas, tanto sea en el hogar como en el hospital. El portador de ministerio fortalece en la fe, consuela, ora y, si es posible, celebra la Santa Cena con el enfermo.
Un ejemplo de atención espiritual personal es el trabajo realizado por Jesucristo, quien efectuó reiteradas visitas, como por ejemplo a María, Marta y Lázaro o bien al publicano Zaqueo: “Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa” (Lucas 19:9).

Sí, conocemos el confesarse. Por esto se entiende reconocer los pecados cometidos, o bien, admitir la culpa delante de un portador de ministerio de la Iglesia.
Para que sean perdonados los pecados, no es necesaria la confesión. No obstante, si alguien a pesar de haber recibido el perdón de los pecados aún siente que la culpa le pesa y no encuentra la paz interior, tiene la posibilidad de confesarse. En este caso la confesión se hace directamente al Apóstol. En casos de especial urgencia, en los cuales no se puede llegar de inmediato a un Apóstol, excepcionalmente todo portador de ministerio sacerdotal puede recibir la confesión y, por encargo del Apóstol y en nombre de Jesucristo, transmitir el perdón.

La asistencia espiritual, en un sentido amplio, es asimismo una tarea de toda la comunidad, también relacionada con la ayuda práctica en la vida.
Valen las palabras de Jesús: “Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. […] En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mateo 25:35-36 y 40).

La asistencia espiritual para los niños es ante todo tarea de los padres, quienes deben transmitir a sus hijos los valores básicos del Evangelio, de lo cual forma parte el iniciarlos en el amor a Dios y al prójimo. Asimismo deben ser para ellos un ejemplo en la vida de oración y en la fidelidad para ofrendar.
Los portadores de ministerio y los hermanos y hermanas a los que se les han encomendado tareas docentes en la Iglesia, apoyan a los padres en su responsabilidad para que los niños puedan crecer como cristianos nuevoapostólicos con convicción y responsabilidad personal.

En las clases que se dictan en la Iglesia, los niños y adolescentes son familiarizados con los contenidos de la fe y son guiados a ser conscientes de la responsabilidad que tienen en su vida frente a Dios. Este objetivo se deduce del Evangelio de Jesucristo. Además, fomentan la comunión y el sentimiento de unión entre niños y adolescentes.
El ofrecimiento de enseñanza fue establecido según la edad y el nivel de desarrollo de los niños.

La preescuela dominical tiene el objetivo de conducir a los niños de una manera adaptada a su edad, hacia Dios y su obrar, pudiendo surgir y desarrollarse en los niños en edad preescolar una relación llena de confianza a Dios. En el preescuela dominical no se trata en primer término, de transmitir conocimientos. Antes bien, en ella debe transmitirse seguridad y colocar en el corazón de los niños el gozo en la fe.

Con el ingreso a la escuela, o bien habiendo alcanzado la edad escolar, los niños asisten a la escuela dominical. La función de la escuela dominical es:

  • despertar y fortalecer el gozo por la comunión de los hijos de Dios y por el Servicio Divino,
  • transmitir a los niños en forma acorde a su edad el obrar divino valiéndose de historias bíblicas,
  • fortalecer la fe en las promesas divinas,
  • explicar a los niños el desarrollo del Servicio Divino, el significado de los Sacramentos, los actos de bendición y las festividades religiosas.

Adicionalmente a la escuela dominical, de tanto en tanto se realizan Servicios Divinos para niños en un marco pequeño o más grande. La palabra de Dios es transmitida por portadores de ministerios sacerdotales en forma adaptada a la comprensión de los niños. De manera tal, los portadores de ministerio ayudan a los niños a entender a Dios y su Obra. Lo que los niños pueden aprender de sus propias experiencias, se convertirá en un fundamento de fe para su vida.
El Servicio Divino para niños alude a las necesidades de los niños. Ellos se sienten entendidos, seguros y amados. Es para ellos una vivencia especial celebrar en su círculo el Servicio Divino y por ende, la Santa Cena.

En las clases de religión, los niños aprenden por medio de informes de experiencias que hicieron algunos hombres con Dios. La historia de la salvación se aborda relacionada con la vida de fe de los niños. Se profundizan los contenidos de la fe, se promueve el reconocimiento y se explican las coherencias del plan divino de salvación. De ese modo, se transmiten valores que son perdurables.
Además, las clases de religión deben poner a los niños en condiciones de confesar su fe libremente y con valor.

Plan de salvación, historia de la salvación: ver preguntas 243. ss.

En las clases de Confirmación, los adolescentes son preparados para dar su voto de fidelidad a Dios en la Confirmación frente a la comunidad y para hacerse cargo de la responsabilidad de su vida de fe como cristianos mayores de edad. El punto central de los contenidos de la enseñanza de Confirmación es ocuparse de la Confesión de fe, el Padre Nuestro y los Diez Mandamientos.

Los jóvenes reciben cuidados y seguimiento apropiados para su edad. Los responsables de la juventud están a su disposición como interlocutores personales para conversaciones confidenciales en las diferentes situaciones de la vida y para preguntas sobre la fe.

La atención espiritual para los jóvenes procura ayudarles para desarrollarse como personalidades firmes en la fe y conscientes de su responsabilidad. Los jóvenes deben ser consolidados en los valores de la fe cristiana e inspirados en ellos, de manera que les puedan servir de fundamento para tomar decisiones concernientes a su conducta en la vida.
Son alentados a practicar la fe, confesarla y defenderla en su entorno. Además se fomenta la disposición a participar dentro de la comunidad.
Un objetivo importante de la atención de la juventud en la Iglesia Nueva Apostólica, es promover la comunión entre ellos.
Se realizan Servicios Divinos especiales para la juventud, que por lo general tienen lugar en el ámbito del distrito y también en jornadas para la juventud donde se reúnen con los jóvenes de otras regiones.

Los enfermos terminales y los moribundos necesitan dedicación especial.
Ciertamente, también las personas creyentes tienen miedo a morir y a la muerte. Este miedo no debe ser interpretado como una señal de falta de fe.
En el difícil camino que transita el moribundo, el asistente espiritual lo debe apoyar en sus miedos y necesidades. Se debe mantener viva la esperanza en una vida con Dios y el consuelo implícito en esta esperanza.
También forma parte del acompañamiento en la muerte que el asistente espiritual anuncie al moribundo el perdón de los pecados, le asegure la paz del Resucitado y celebre con él la Santa Cena. Recibir cuerpo y sangre del Señor garantiza la comunión de vida con el Hijo de Dios. Entonces el moribundo es consolado y fortificado para que pueda recorrer reconfortado su último camino. La seguridad del reencuentro con aquellos que ya nos han antecedido al más allá, sostiene al moribundo en la fase de despedida.

Santa Cena: ver preguntas 494. ss. Vida después de la muerte: ver pregunta 531.

También es necesaria la atención de los parientes cercanos del moribundo. En una fase en la que toman conciencia de la pérdida de uno de sus seres queridos, deben tener la seguridad de que no están solos. Fortalecen especialmente las oraciones en conjunto. La certeza del reencuentro ayuda a poder sobrellevar lo difícil de la despedida. Ayuda a los familiares cuando se les distingue por lo que han podido hacer por el moribundo.

El duelo debe ser admitido. Lo importante es ir a ver a los deudos, expresarles el pésame y orar con ellos. Se debe transmitir a quienes están de duelo el sentimiento de ser partípe en su dolor. A pesar de todo posible miedo de contacto, hay que acercarse a ellos. “No dejes sin consuelo a los que lloran, sino comparte la tristeza de los tristes” (Sirach 7:38).
Ante todo sirve de ayuda para superar el duelo cuando se hace tomar conciencia de que Jesucristo también sufrió y murió. En su resurrección se fundamenta la resurrección del difunto; él tiene parte en la victoria de Cristo sobre la muerte (cf. Romanos 14:7-9).

El acompañamiento en el duelo sirve para alentar a los deudos a hablar sobre la pérdida y poder expresar sus sentimientos. Se pueden tocar temas como tristeza, miedo, rabia, estar reñido con Dios y sentimientos de culpa, y expresarlos sin reservas al asistente espiritual.
Sirve de ayuda en el acompañamiento en el duelo recordar lo positivo, hechos o experiencias felices con el difunto.
Hasta que el acompañamiento en el duelo transmita consuelo y pueda ser superado el dolor puede llevar semanas o meses, a veces incluso años después de la muerte de un ser querido.

En la Iglesia Nueva Apostólica se celebran las siguientes festividades: Navidad, Domingo de Ramos, Viernes Santo, Pascua, Ascensión, Pentecostés y Agradecimiento por la cosecha.

En la fiesta de Navidad recordamos el nacimiento de Jesucristo, una fiesta que se remite a uno de los acontecimientos centrales de la historia de la salvación. La recordación de la primera venida del Hijo de Dios también nos hace firmes en la fe en su pronto retorno.

Historia de la salvación: ver preguntas 243. ss.

El Domingo de Ramos se conmemora la entrada de Jesús a Jerusalén con motivo de la fiesta de Pascua judía.

Pascua: ver explicación de la pregunta 496.

El Viernes Santo conmemoramos la crucifixión y la muerte de Jesucristo en sacrificio. Mediante su sacrificio, el Hijo de Dios destruyó el poder de Satanás y del pecado.

“… dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu”
Juan 19:30

Esta festividad se basa en el hecho de que Jesucristo resucitó de los muertos.
La resurrección de Jesucristo de los muertos ocurrió el primer día de la semana, el domingo. Más tarde se instituyó para la fiesta de Pascua un domingo determinado en el año.
Con su resurrección Jesucristo muestra que ha destruido el poder de la muerte. La resurrección de Jesucristo de los muertos es la base de la fe en la resurrección de los muertos y sienta el fundamento para la esperanza de vida eterna.

Resurrección de Cristo: ver preguntas 184. y 535. Resurrección de los muertos: ver preguntas 92.; 186.; 535. y 579.

La Ascensión recuerda que el día 40 después de Pascua Jesucristo partió del círculo de los Apóstoles y subió al cielo. “Viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos”. A través de dos ángeles, los Apóstoles recibieron la promesa: “Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hechos 1:3-11).

En Pentecostés –50 días después de la resurrección de Jesús– conmemoramos el día en que fue derramado el Espíritu Santo. Hablamos de Pentecostés como el día del “cumpleaños de la Iglesia de Cristo”. Después del derramamiento del Espíritu Santo, el Apóstol Pedro realizó una prédica que giró en torno al Cristo crucificado, resucitado y que había ascendido al cielo.
Además, Pentecostés es una fiesta de alegría, porque el Espíritu Santo actualmente está presente y activo en la Iglesia.

Pentecostés: ver preguntas 209.; 422.; 520. y 582.

Agradecimiento por la cosecha es la fiesta en la que se agradece a Dios como el Creador.
Un domingo por año –el domingo de agradecimiento por la cosecha– se celebra un Servicio Divino en el cual el punto central es el agradecimiento a Dios por las dádivas que regaló al hombre.
Por agradecimiento los creyentes traen una ofrenda especial: “El que sacrifica alabanza me honrará; y al que ordenare su camino, le mostraré la salvación de Dios” (Salmos 50:23).

En las festividades religiosas, los Servicios Divinos básicamente se celebran igual que los Servicios Divinos con Santa Cena.
El correspondiente hecho histórico se toma como tema para una lectura de la Biblia y se hace alusión al significado que tiene para la salvación de la humanidad.

Salvación: ver preguntas 243. ss.