El Catecismo de la Iglesia Nueva Apostólica

12.1.7.2.7 “Y no nos metas en tentación..."

Con la petición “Y no nos metas en tentación", los creyentes imploran a Dios que les ayude a resistirse con todas sus fuerzas al pecado. Así también, ruegan que las pruebas de fe no sean demasiado severas o bien que puedan ser protegidos de muchos de los ofrecimientos de Satanás. No obstante, Dios permite tentaciones en forma de pruebas que le brindarán al creyente la oportunidad de acreditarse. Un ejemplo de acreditarse en la fe, es la dura prueba de Abraham, cuando le fue pedido que ofrendase a Isaac (Gn. 22:1-18).

Dios vela para que la fidelidad hacia Él no tenga que romperse: “Fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar" (1 Co. 10:13).

El Apóstol Santiago escribió sobre la tentación al pecado: “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte" (Stg. 1:13-15). Esto reafirma la certeza de que el Padre celestial – quien a través del Espíritu Santo impulsa a toda buena obra, y en cuerpo y sangre de Jesús dispensa las fuerzas para vencer las imperfecciones – nunca tienta a pecar, sino que Él prueba para que uno pueda acreditarse en la fe.