El Catecismo en preguntas y respuestas

174. ¿Cuáles fueron las últimas palabras de Jesús en la cruz?

Tradicionalmente las últimas palabras de Jesús, que han sido transmitidas en los Evangelios de diferentes formas, se ordenan de la siguiente manera:
“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34).
Jesús intercedió por todos los que lo habían llevado a la cruz y que no eran conscientes de la trascendencia de su acción.
Aquí Jesús cumplió en forma perfecta el mandamiento de amar al enemigo (cf. Mateo 5:44-45 y 48).
“De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43).
Jesús se dirigió al malhechor arrepentido que le pidió por gracia y lo reconoció como el Salvador. Como “paraíso” se entiende aquí el lugar en el más allá donde se encuentran los devotos y justos.
“Mujer, he ahí tu hijo.” – “He ahí tu madre” (Juan 19:26-27).
Jesús confió su madre María al Apóstol Juan. Aquí se ve el desvelo y el amor de Cristo, quien a pesar de su propia necesidad se dirigió al prójimo.
En la tradición cristiana, María es interpretada como el símbolo de la Iglesia que es colocada bajo la custodia del ministerio de Apóstol, representado por el Apóstol Juan.
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Marcos 15:34).
Con estas palabras de Salmos 22, los judíos devotos se dirigen a Dios cuando
están próximos a morir. Se lamentan por un lado, por sentir su distancia, pero por el otro, dan testimonio de su fe en el poder y la gracia de Dios. También Jesús utilizó esta expresión habitual entre los hombres que enfrentaban la angustia de la muerte.
“Tengo sed” (Juan 19:28).
En la lucha de la muerte, Jesús tuvo sed y quiso algo de beber.
Esta palabra está conectada con Salmos 69:21: “Me pusieron además hiel por comida, y en mi sed me dieron a beber vinagre”. Esto también explica que Jesús tuvo que beber la “copa del padecimiento” hasta acabarse, es decir que tuvo que padecer hasta el final. “Consumado es” (Juan 19:30).
Era alrededor de la novena hora, es decir, temprano por la tarde, cuando fueron pronunciadas estas palabras. Jesús había ofrecido el sacrificio para redención de los hombres.
“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lucas 23:46).
De esta cita queda en claro que Jesucristo confió plenamente en su Padre también en el instante de la muerte.