El Catecismo de la Iglesia Nueva Apostólica

12.1.7.2.6 “Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores."

Por los pecados cometidos, todos los seres humanos cargan con culpa sobre sí. Con la petición “Perdónanos nuestras deudas", los creyentes se profesan ante Dios como pecadores y ruegan por su gracia. Aquí queda en claro que el “Padre Nuestro" también incorpora el aspecto del arrepentimiento. El creyente recibe la gracia para el perdón de los pecados y la cancelación de las deudas o culpas como resultado del sacrificio de Cristo, pues es “en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de los pecados según las riquezas de su gracia" (Ef. 1:7).

El Hijo de Dios unió el cumplimiento de esta petición con la condición previa de perdonar primeramente a aquellos que han sido injustos con uno mismo o que quedaron en deuda. Qué importante es esto para alcanzar el perdón, se hace evidente en que a continuación del Padrenuestro Jesús lo repitió y reafirmó (Mt. 6:14-15). En la parábola del siervo malvado también se observa claramente la obligación de perdonar a los propios deudores (Mt. 18:21-35).